En esta obra podemos encontrar los orígenes verdaderos del mensaje de Dios y el conocimiento de la verdadera forma de comprender el mensaje ambiguo de las sagradas escrituras originales. A menudo, la forma de observar las sagradas escrituras ha alejado a las religiones, que en un origen eran hermanas, dando lugar a confusiones, hasta tal punto que se han terminado dividiendo en ramas prácticamente independientes unas de otras.
Dios es el nombre que le damos a la existencia del amor que creó las leyes no escritas que gobiernan el universo.
El representante del ser humano en el cristianismo nace en la figura de Jesús, que es un arcángel reencarnado, en este caso era Uriel, y a su vez, era reencarnado de otros muchos profetas de Dios, que van naciendo en las distintas culturas y pueblos de la Tierra en cada época, para ir mostrándoles el camino (Buda, Quetzalcòatl, etc.).
Todos los profetas reencarnados son Uriel, este es el mensajero de Dios en lo referente a la espiritualidad.
Jesús, como representante del ser humano, es la parte humana del mensaje de Dios.
Por último, se refleja en el cristianismo el Espíritu Santo, que es la manifestación de perdón e intercesión de Dios por el ser humano.
Como podemos observar, hay un solo Dios, que se muestra como auxilio del ser humano en los momentos difíciles. El Espíritu Santo es la intención de Dios.
Fuera de ese estado de intercesión, Dios permanece en estado de inmutabilidad, imperecedero, inabarcable. Proyectando amor.
Así, Dios es uno. Y esto es incuestionable.