Nací en la bonita ciudad de Almendralejo, donde las viñas y los olivos son nuestro presente y futuro. Gracias a esos hombres y mujeres que se empeñaron en man-tener nuestras tradiciones, pude dedicarme al trabajo más maravilloso del mundo, el de profesor. Hace quince años, se empeñaron en poner una refinería de petróleo en nuestra tierra, pero hombres y mujeres que habían luchado toda su vida por su trabajo se alzaron para que esto no fuera posible. Soy un humilde profesor, al que le queda mucho por aprender, pero que las enseñanzas de estos labradores me han hecho ser la persona que soy. Este es un pequeño homenaje para aquellos héroes que no fueron reconocidos en su momento y que me sentía con la obligación moral de hacerlo. Gracias, Reyes González y Perico «El Burrino» por mantener esta tierra con el aire limpio y las aguas puras.