En cierta ocasión, el poeta estadounidense de origen francés Alfred Mercier dijo algo que a su vez escuché en mis años en la facultad: «Nunca olvidamos lo que aprendemos con placer». Aquello se me quedó grabado y desde entonces lo apliqué como una máxima. Piénsenlo bien. Con aquella frase, Mercier estableció de forma intuitiva la relación que hoy sabemos que existe entre el aprendizaje, las emociones y la forma en la que nuestros vástagos conciben su propia formación.
Pues bien, sobre esta idea, y sobre algunas más, versa esta extraordinaria, didáctica y lúcida obra de Xabi Gómez, maestro de primaria y lengua extranjera formado en la práctica de programas de inteligencia emocional e inteligencias múltiples, Crear escuela; tendiendo puentes entre la neurociencia y el aula, recientemente publicada por Editorial Círculo Rojo.
Como creo que merece mucho la pena leer este libro, y dado que no solo está dirigido a docentes, sino también a los padres y madres de alumnos, procedo a destacar algunas ideas que me han llamado especialmente la atención.
Desde hace tiempo ha quedado bien claro, como comenta el autor, que la educación emocional permite desarrollar, además de la satisfacción y el bienestar personal, determinadas competencias relacionadas con el aprendizaje y la adquisición de conocimientos. Existen numerosos estudios científicos que avalan que las personas positivas, al tener una mejor actitud ante la vida, se muestran más receptivas al saber y más creativas. De ahí una idea esencial que recorre transversalmente esta obra: la importancia de la educación emocional, tanto para mejorar el rendimiento académico como la convivencia escolar y el bienestar de los alumnos.
Un paso esencial es hacerles coprotagonistas del proceso de enseñanza, empezando por presentarles las tareas «como una actividad que produce placer» y en las que pueden intervenir tanto sus familiares como sus amigos. Por otro lado, también es importante generar rutinas y crear cohesión grupal entre los alumnos. Imaginen la importancia de todo esto.
Además, Xabi Gómez le da mucha importancia a la estimulación de los sentidos, dado que es mediante ellos como aprehendemos lo que nos rodea y como aprendemos desde nuestra más tierna infancia, especialmente la vista, el oído y el sentido cenestésico. Si bien es cierto que cada alumno potencia en mayor o menor medida cada uno de estos, es importante optimizar una aprendizaje multisensorial en el que se desarrollen cada uno de estos canales, lo que permitiría, en sus palabras, «un acceso mucho más rico a la información», ya que produce una mayor conectividad entre las distintas partes del cerebro. ¿Cómo hacerlo? Estimulando estos sentidos mediante diversas técnicas que no vienen al caso, pero que podrán encontrar si leen esta didáctica obra.
Por otro lado, Gómez también la da muchísima importancia al desarrollo de la atención, algo imprescindible para el aprendizaje y la memorización. No es fácil, y no se consigue pidiendo atención: «La atención hay que evocarla; esta sigue a la curiosidad sin necesidad de pedírselo al alumno». Conseguir desarrollar este importante elemento es esencial para la tarea educativa. Para ello, nuestro autor nos propone diferentes caminos, relacionados cada uno de ellos con las redes neurales que entran en juego. Por ejemplo, para desarrollar la atención ejecutiva, es decir, la voluntaria, la que permite que el alumno se centre en un problema para resolverlo, es importante gestionar bien el tiempo de las clases, ya que a los niños les cuesta mantener durante mucho tiempo ese autocontrol. Pero hay otras técnicas: utilizar juegos para determinadas asignaturas o materias, fomentar la curiosidad mediante las sorpresas, etc. Todo esto guarda relación con la liberación de determinadas sustancias, como la dopamina, que ayudan a desarrollar la atención.
Además de la atención, Xabier le da mucha importancia a la motivación, especialmente a la motivación intrínseca, es decir, no la que proviene de fuera (la extrínseca), sino la que procede del propio alumno. Para ello, desarrolla y propone una serie de técnicas para hacer más atractivas las materias y las metas que deben lograr (aprender, aprobar), como desarrollar el interés, proponer retos, convertirles en protagonistas, etc.
Todo esto que estamos comentando guarda relación con la neurociencia, ya que para fomentar todas estas técnicas hay que tener en cuenta cómo funciona el cerebro y cómo se modifica a sí mismo mediante el aprendizaje y la experiencia, reconfigurando sus conexiones neuronales. Esta es la parte más importante e interesante de esta obra y a ello dedica numerosas páginas. Plantea, por ejemplo, lo importante que es hacerles ver a los alumnos «que sus cerebros son como músculos que se pueden fortalecer a través del trabajo duro y la perseverancia»; es decir, fomentar la importancia del esfuerzo para potenciar el aprendizaje. Claro, para esto es importante también que el personal docente tenga claras estas ideas y ayudan a que los alumnos asuman que ellos mismos son responsables del proceso de transformación de sus cerebro y de la mejora de sus resultados académicos. Por eso, y esto es muy importante, hay que educar también a los docentes.
Ojo, aquí hay algo muy importante que también desarrolla a la perfección este autor: los estudiantes deben ser conscientes de su propio aprendizaje, de sus habilidades, de sus limitaciones, de las herramientas que tienen a su alcance y de su progreso educativo. Esto, que se conoce en el argot como metacognición, es muy importante para que el alumno pueda replantearse y evaluar qué medios tiene a su alcance a la hora de resolver un problema o hacer un determinado trabajo. Por supuesto, nuestro autor también proporciona una serie de técnicas para desarrollar esta metacognición, como la meditación, el mindfulness o lo que se conoce como «aprender enseñando».
Ya para terminar, mencionar que Gómez también la da mucha importancia al desarrollo de la educación artística, gracias a las competencias mentales y neuronales que permite desarrollar, y a la necesidad un aprendizaje grupal y cooperativo entre los propios alumnos; y por supuesto, propone una serie de técnicas más que interesantes para mejorar y potencias la memoria en sus distintas formas.
En definitiva, una obra extraordinaria, ágil y amena, que puede ayudar tanto a padres como a profesores a aprender y adquirir nuevas técnicas que permitan mejorar el proceso educativo de sus hijos y alumnos.