Nada hay de extraño en esta novela cuando lo narrado es la historia de una joven que ingresa en el servicio de cámara del palacio real. Lo extraordinario es poder colarse, ser parte y entenderla a través de la complicada cabeza de uno de sus protagonistas: Samuel.
Samuel nos traslada a finales del siglo XIX, donde los convulsos cambios sociales y políticos darán pie a que la joven protagonista sea artífice y testigo de fantasías que son productoras de realidades y realidades que no dejarán de ser una fantasía.
En la complicada cabeza de Samuel, este es un cuento para mentes adultas y con ganas de aventuras:
Es la historia de «niña viento», es una fábula con ciervos que envenenan, puestas de sol infinitas, fuego, sexo, un monstruo en el alto de un castillo, monjas suicidas, acontecimientos reales e irracionales, reflexión, dulzura, sadismo…
… y, sobre todo, belleza.
La belleza que nos regala de la ciudad de San Sebastián, se disfruta ahora por estar descrita con los colores que tuvo entonces. Madrid jugará con la astucia y la grandeza.
Tolosa será el encuentro y el contexto… Burgos… Bidania…
… Gracias por dejarme jugar con vuestra belleza.
Samuel obedecerá a su antecesora «niña viento» y creará su propia y alocada aventura, esa aventura nos dará la ocasión de conocer a su instigadora, a quien él venera… a su fantasma.
Las historias se intercambiarán (siglo XIX y siglo XXI) y habrá un momento en el que se unan…
… Pero eso será una segunda parte.