La novela de Ángeles Valero es la historia de Isabel Aixa, nacida en el Albaicín, barrio de la ciudad de Granada, de padre marroquí y madre granadina. La que podría haber sido una gran historia de amor decae en un drama de amores y desamores, no por diferencias culturales, sino por la personalidad in-trínsecamente perversa del padre Ibrahim, del intruso Ahmed y del débil y temperamental Rachid, su hermano. Isabel asume el protagonismo de la historia desde su casa del Albaicín, frente a la Alhambra, hasta en sus idas a Marruecos, Córdoba, Madrid, Siria, Estambul, Toledo, La Pedriza, entorno natu-ral de la sierra madrileña, siempre bajo el recuerdo de su abuelo David, albañil artesano, reconstructor de patios y palacetes sumidos en el deterioro y abandono de siglos. Y la protección desinteresada e inconsciente de Jorge, un joven perriflauta, sin perro ni flauta, amante de la libertad y el aire puro de La Pedriza. Todos los personajes, hasta los más insignificantes, son tratados con todo el detalle que el ambiente, el lugar y la trascendencia de la narración lo requiera. Después de veintiséis años de vida, el destino fatal que Isabel siempre temió se abate sobre ella con crueldad imprevisible. Isabel, tras caer en un estado comatoso, se yergue temerosa pero ilusionada, se siente fuerte frente a su destino, ya nunca estará sola. La novela Isabel de Granada discurre sin capítulos porque la acción, continua, trepidante y sorprendente, no lo permitiría. El lector puede cerrar el libro y, entornando los ojos, ver deambular ante sí más de veinte personajes, amables, perversos, tranquilos, dominantes, crueles, ensoñadores, y sentir la palpitación de la vida de Isabel como propia hasta el final de su historia.