Si la intensidad fuera persona, me la imagino mujer. Se despertaría inspirada, pasándose el día imaginando cómo expresar algo tan pequeño que nadie parece haber hablado de ello antes, y ella querría darle forma, darle vida, darle voz. Escucharía vigilante y sería apasionada con las respuestas o bien respondería con un profundo silencio. Imagínate cómo sería el cuerpo de la intensidad. Yo me la imagino negra, tan solo por la concentración de colores. Sería preciosa, con su pelo afro, sus pómulos alzados y sus pecas. Tendría unos muslos anchos, fuertes de tanto bailar, de tanto tirarse al suelo de manera dramática… Tendría unas manos rápidas, ágiles y una espalda capaz de cargar con hoy y guardar lo de ayer. Ella podría tener la quietud de una marea brava y sería capaz de hacer reír a mucha gente, pero si quisiera podría hacer llorar a cualquiera.
Yo soy su versión real, creada en el 89.