Nat y Alba se conocieron como se suele conocer todo el mundo, de manera fortuita. Claro, de esos nos damos cuenta con el tiempo, cuando surge una amistad o una relación y nos retrotraemos al origen. En su caso fue, ni más ni menos, que en la cola de la barra de un concierto del maestro Leiva. A partir de ese momento surge una complicada historia de amor, entre otras cosas porque Alba tiene novio y hasta ese momento, aunque se considera una persona libre, no había mantenido relaciones con ninguna chica. Por supuesto, no voy a hacer el más mínimo spoiler. Para conocer cómo continúa esta trama, que se va complicando exponencialmente, tendrán que hacerse con un ejemplar de Modo Avión, la primera novela del joven escritor toledano Sergio Queren, recientemente publicada por la Editorial Círculo Rojo y que ya va por su segunda edición.
En lo formal, cabe destacar la estructura perfecta de la obra, que va evolucionando de una manera asombrosa, atrapando al lector en una espiral, sencilla pero efectiva, de la que no podrá salir hasta terminar el último párrafo de la última página —¡y qué final!—. Merece la pena destacar la logradísima construcción de los personajes, sencillos pero ricos en matices, con sus propias historias personales y con una evolución asombrosa que se va manifestando conforme va avanzando en profundidad la trama. El autor recrea sus sensaciones y experiencias a la perfección y consigue no solo arrastrar al lector a que devore las páginas del libro, sino que logra que empatice y haga suya la aventura de las protagonistas.
Y todo construido con un lenguaje fresco, contemporáneo, juvenil y callejero —en el buen sentido de la palabra—, que ayuda a dotar a la historia de un trabajado realismo.
Pero sobre todo, este libro destila libertad. A raudales. Libertad de amar, libertad de sentir, libertad de vivir. Pocas veces he podido leer una historia de amor/amistad entre personas del mismo sexo tan maravillosa como esta. No quiero hacer spoiler, aunque en una reseña sea prácticamente imposible evitarlo, pero les puedo asegurar que la historia de Alba y Nat es de la que hacen historia, valga la redundancia.
Además, de pasada, pero con una extrema contundencia, el autor nos deja un mensaje que, en estos tiempos convulsos en los que el fanatismo conservador parece resurgir y el prejuicio hacia la divergencia se extiende como la pólvora, se torna de lo más apropiada. Podría escribirla yo, pero él lo explica mucho mejor, en boca de Alba: «¿Qué soy qué? Yo soy una persona, y me enamoro de personas, no me gusta ponerle nombre a la orientación sexual». Esta idea, si me permiten la licencia, me ha recordado a una noticia que leí hace no demasiado tiempo sobre la agría polémica que se había desatado después de que una marca comercial emplease una foto de un sacerdote y un rabino judío besándose en la boca como metáfora de la libertad. Es curioso que la gente se moleste por una imagen de este tipo y no por las matanzas y carnicerías que vemos sistemáticamente en los medios.
Y es que, en resumidas cuentas, se trata de la liberta de ser uno mismo. «Solo pretendo ser yo», como dice la maravillosa frase del maestro Leiva con la que se abre esta pequeña gran obra —aunque en realidad, como también queda claro en la novela, la frase no es de Leiva…
Además, en Modo avión, el lector encontrará algunas reflexiones interesantes, sensatas y acertadas sobre algunos temas preocupantes de nuestras sociedades actuales. Ya lo dijo en cierta ocasión el maestro Camilo José Cela, «la más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir».
A destacar, especialmente, cómo describe Sergio Queren las sensaciones que se viven en un concierto, sobre todo si se trata de un concierto de un cantante o de una banda de la que somos fans. Los que amamos la música en directo no podemos sentirnos más identificados. Muy muy emocionante esa primera escena de Modo avión… Si la leen, y aman la música en directo, me entenderán.
En resumidas cuentas, una obra poliédrica, transversal y compleja en su sencillez, a la par que bella, emotiva y sensacionalmente construida. Lo tiene todo para triunfar.
- Me ha encantado la autodedicatoria que el autor, Sergio Queren, realiza en el libro. «A mi yo de 12 años que escribía y sentía un poco de vergüenza por ello. Lo hemos conseguido, amigo». En efecto, Sergio, lo has conseguido. Y de qué manera. Mucha suerte.
PD2. Dos euros de cada ejemplar de Modo avión van destinados a ayudar a la residencia del pequeño municipio de Sergio Queren, Los Navalucillos