Estamos en pleno confinamiento 2020.
La autora está asustada y deprimida. Quiere quitarse de la cabeza lo que está viviendo. Empieza por enviar a sus amistades y familiares unos versos malísimos, pero que ellos acogen con mucho cariño. Ve que escribiendo encuentra la manera de evadirse y quitarse el estrés que le produce esta situación. Entonces, decide contar las vivencias de su adolescente madre, que son un poco fuera de lo común. Con ello quiere rendir homenaje a una persona que pasó por la vida de puntillas, para no molestar. Que siempre estaba de buen agrado y que se desvivía por ayudar a los demás… En ella no existía el mínimo rasgo de egoísmo.
Todo esto es conocido y alabado por los que la trataron; pero lo que se relata en estas páginas es una faceta de su vida, totalmente inédita e inesperada en una mujer sin afán de protagonismo, sino todo lo contrario: no daba importancia a nada de lo que hacía.