¿Cómo resumirías No temeré mal alguno en pocas palabras?
Un juego de percepciones perversas en donde se narra la vida en su forma más cruda posible y sin compromiso alguno. Una novela pura y fiel, trágica, visceral y con un ritmo que te llevará al máximo de tus límites.
¿Cómo surge la idea de esta novela? ¿Está inspirada en algún suceso real?
Me inspiré en el famoso juicio del Rey Salomón. Tomé la historia bíblica, le agregué algunos giros inesperados y traté de ubicarla en la modernidad del siglo que en vivimos. La historia fue tomando vida propia por sí sola a la vez que iba escribiendo. Esa es mi naturaleza como escritor. Lo único que tengo claro cuando inicio la travesía es como va a terminar el relato. El resto es una hoja en blanco que va tomando su vida propia conforme avanzo. No me gusta estructurar mis historias y encasillarlas en esquemas rígidos y predeterminados. Eso me quita la inspiración y la improvisación que forma parte esencial de mi manera de escribir. Escribo lo que sienta sin importar, el día, la hora o lo que lógicamente debió considerarse. Soy un escritor políticamente incorrecto.
No temeré mal alguno es, sin duda, una novela de personajes. ¿Te resultó arduo el trabajo de construir unos personajes tan complejos y elaborados como los que pasean por tu ficción?
La verdad es que no. Tengo una forma muy particular de escribir y hay algunos que se sorprenden. Cuando inicio una novela, lo único que tengo claro es cómo va a terminar y de ahí en adelante me dejo llevar libremente, sin estructuras forzadas ni preconcebidas. Cada uno de los personajes que voy creando son el resultado de la propia necesidad de la narrativa y los voy introduciendo para que cada uno de ellos pueda revelar algún tema de la historia sin que se hayan contaminado con las percepciones de otros personajes. De hecho, hasta las localizaciones terminan siendo un personaje más. De esta forma puedo contar mi historia desde muchas perspectivas y darle más amplitud y vida a cada uno de ellos.
De hecho y desde mi perspectiva, Nueva Orleans termina siendo un personaje más de la obra. No temeré mal alguno utiliza a Luisiana como un personaje más precisamente por ese abuso histórico. Es un lugar lleno de heridas profundas, familias destrozadas, odios que van más haya de varias generaciones. Esas cicatrices de una ciudad como Nueva Orleans se muestran como el lienzo perfecto para dibujar una historia de suspenso. La justicie e injusticia de una cuidad como Luisiana es tan relativa como la justicia o injusticia de la propia novela. Una mezcla perfecta entre lugar y relato.
¿Cómo recomendarías No temeré mal alguno a sus potenciales lectores?
Es una novela negra, de suspense criminal y jurídico. Un libro que lo tiene todo. He dado lo mejor de mí en el proceso y pienso que es mi mejor obra hasta ahora. Como en todas las obras de este género, le prometo al lector que los tendré engañados una y otra vez. Cuando piensen que algo es cierto, pronto entenderán que no es más que una vil mentira, y cuando piensen que algo es mentira, titubearan si podría haber sido ser verdad. Es una novela que huye de lo políticamente correcto sin buscar contentar a nadie. Un verdadero rompecabezas de suspense y juegos mortales. En fin, encontrarán una novela de ritmo alto, muy gráfica, descarnada y políticamente incorrecta. Es una novela cruda que no busca buscar contentar a nadie.
¿Cuáles son tus principales influencias literarias y artísticas?
Los seres humanos somos un cúmulo de experiencias y me he inspirado en todos y cada uno de los autores que he leído a lo largo de mi vida. Son muchos y muy diversos. Alexandre Dumas con El Conde de Montecristo. Gabriel García Márquez con Cien años de soledad y mi preferido, La Vida Es Sueño de Pedro Calderón de la Barca. Hay muchos otros, pero con eso tres me alcanzan para vivir dos vidas completas, de ida y de regreso.
No obstante lo anterior, estoy convencido que No temeré mal alguno es un fiel reflejo de mi bagaje como escritor y que el resultado está ligado a mi propia evolución. He madurado con los años y ahora logro escribir con absoluta libertad y sin compromisos predeterminados.
¿Y cinematográficas? Porque hemos encontrado numerosas referencias cinéfilas en No temeré mal alguno.
Al igual que con la lectura, los clásicos cinematográficos han dejado su huella en mi subconsciente. No creo que las referencias se deban a un hecho calculado y son más el resultado de las vivencias personales. No puedo desconocer películas coma La Milla Verde o Cadena Perpetua de Stephen King, El Silencio de los Inocentes de Thomas Harris. y mi preferida, Las Dos Caras de la Verdad de William Diehl.
¿Te atreverías con otro género literario?
Por supuesto. De hecho me niego a escribir o enmarcarme en uno solo. Me gusta escribir de todo, pero aplicando una perspectiva distinta. No me gusta analizar las cosas a simple vista y siempre trato de encontrar el sinsentido de las primeras percepciones. No quiero ni pretendo quedarme en un solo genero y pienso que lo que verdaderamente importa es la historia que se cuenta. Me interesan las historias que se fundamentan en las injusticias y el sufrimiento humano. Mi primer libro fue una historia de infidelidad, no temeré mal alguno es una novela de suspense y ahora estoy trabajando en una historia del holocausto, y así tengo sobre el tintero una lista interminable de ideas.
¿Algún proyecto en ciernes?
La verdad que tengo une decena de proyectos. Estoy de lleno en la redacción de una novela que cuenta la historia de cinco sobrevivientes del holocausto que no lograron rehacer sus vidas y de su lucha constante por tratar de encontrarle un sentido a esta vida. Tengo dos más de suspense en el tintero y alguna que otra idea que siempre anda merodeando mis ideas. Esto recién empieza y sé que tan solo he dado mis primeros pasos en este maravilloso camino.
¿Quién es?
Abraham Stern Feterman (San José, Costa Rica, 1967) es abogado, escritor y columnista de diversos artículos de opinión. A los cuarenta y ocho años se da a conocer con su primera obra literaria titulada En cuestión de segundos (Megustaescribir, 2015) y en su segunda novela nos entrega una nueva historia de suspense policial titulada No temeré mal alguno (Círculo Rojo, 2019). Además, ha destacado por sus artículos de opinión que publica en el periódico La Nación, La República y CRHOY de Costa Rica y en foros internacionales.
Su infancia transcurre en dos de las principales ciudades de Costa Rica: San José y Alajuela, y allí entra en contacto con la renovación urbana de la ciudad capital. A sus dieciocho años viaja a Israel en donde se expone por primera vez al posmodernismo que se vive en esa época a largo de Europa. Estudia Derecho en Costa Rica y Estados Unidos de Norteamérica (Nueva Orleans, Luisiana) e inicia una larga carrera profesional enfocada en Derecho Comercial y Marítimo. Durante los cuatro años que vivió en los Estados Unidos forma parte activa de la comunidad latinoamericana desempeñando funciones ad honorem en el consulado de Costa Rica en la ciudad de Nueva Orleans y como Tesorero para la Cámara de Comercio Hispana del Golfo de Luisiana. Su vida académica se resume en el título de Maestría en Derecho Marítimo que obtiene de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans y como profesor en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad de La Salle, en donde ha impartido diferentes cursos.