Charlamos con Dak Marino, autor de Takako (Mis cuatro esquinas sangrientas), una novela recientemente publicada por la Editorial Círculo Rojo.
«Parece que el dolor, la tristeza y la agonía no se estilan en este siglo lleno de sensacionalismos». Cierto es. ¿Reivindicas así el poder del pesimismo frente al tan de modo optimismo de los libros de autoayuda?
Bueno, yo no lo llamaría pesimismo. Quizás todo se deje influenciar por las circunstancias que rodeen tu vida. La tristeza siempre llega después de una felicidad. Verdadera o falsa. Efímera o temporalmente duradera. A lo que llamas pesimismo no es más que el conceptual reflejo del realismo de gran parte de la sociedad. No existe una tristeza sin lágrima, y no hay mayor tristeza que la ausencia de cualquiera vertiente del significado del amor. El dolor es único. Nadie puede enseñarte a no sentirlo diferente. En cuanto a los libros de autoayuda, son la mejor escalera del ascenso de los infiernos. Pero en su mayoría, está construida de peldaños de egoísmo y avaricia.
¿Por qué en primera persona?
Volviendo a lo anterior, el punto de vista es subjetivo. Dolor, tristeza, agonía, miedo, soledad y cualquier estímulo que sea consecuente a la ausencia del verdadero amor, siempre serán el vivo reflejo del paralelismo de tus propios sentimientos. Por eso predomina la primera persona en el libro. Es una versión introspectiva particular y única que poco a poco, va transmitiendo sensaciones y sentimientos similares a la persona que lo está leyendo.
¿Hay algo real en esta historia? ¿Existe o existió Takako?
Bueno, está pregunta siempre me la hicieron. La respuesta es Sí, hay algo de realidad. Pero la realidad está maquillada con dosis de ficción. La imaginación juega con los recuerdos, haciéndonos creer que alguna vez existieron. Sí es cierto que no todo es realidad, ni tampoco todo es invención. Ahí es donde yo juego con ventaja, porque soy el único que conoce el porcentaje de cada una de ellas. Referente a la segunda pregunta debo decir que No. No existió nunca Takako como tal, así como ninguno de los personajes y nombres que aparecen en la historia. Pero sin duda, si existiera físicamente, sería como la chica que inventé en la portada.
Si tuvieses que recomendar Takako (Mis cuatro esquinas sangrientas), ¿cómo lo harías?
Takako es sentimiento. Es el amor humano en su mayor exponente. Todo esto, implica muchos y adversos sentimientos. Cuando uno piensa en el amor, piensa en ese campo de flores y el cielo azul. Pero hay que ser consecuente que, en ese campo, el cielo también se torna gris y existen tulipanes negros.
Takako (mis cuatro esquinas sangrientas) en ese jardín de flores es una rosa roja en su comienzo, y a medida que se va introduciendo en la historia, vas sintiendo como esa rosa se torna, blanca, gris y finalmente de una negrura terrorífica.
Una pregunta habitual, pero necesaria: ¿Cuáles son tus referencias literarias y cómo han influido en Takako (Mis cuatro esquinas sangrientas)?
Sin duda tengo dos referencias, a los que considero mentores, y que marcan mi gusto como lector y mi aprendizaje como escritor. Son Haruki Murakami y Edgar Allan Poe. Tan terriblemente distintos como apasionantes.
¿Algún proyecto literario en ciernes?
Sí. Por dos veces. Sigo escribiendo, paso a paso, letra a letra. Sigo en la continuación de Takako, que será mucho más oscura que esta primera. Las ideas y patrones a seguir los tengo muy claros. Sería una continuación apasionante.
Y el segundo proyecto es algo mucho más fácil. Escribo ciertas y pequeñas historias de fácil semejanza con la vida actual y la contemporánea. Siendo una de ellas, como aliciente, una historia en referencia a Takako.
Pero todo depende de cómo funcione Takako (mis cuatro esquinas sangrientas).
¿Le gustaría explorar algún otro género literario?
Sí. Por supuesto. Pero antes de bucear hay que saber flotar, y después nadar. Yo me tiré al mar con el apoyo de muchos que decían que sabría hacerlo. Explorar otros géneros podría ser, pero prefería nadar mucho más tiempo como me gusta hacerlo.
¿Quién es?
Dak Marino (Málaga, 1981). Desde muy pequeño ya sintió interés por la lectura y devoraba cualquier cuento con facilidad. En su adolescencia se inició en la escritura de relatos cortos y poemas que, aunque nunca salieron a la luz, tuvieron mucha aceptación entre profesores y compañeros. Nada más cumplir los dieciocho años dejó su vida para realizar el sueño de su abuelo materno y se enroló en la Armada Española, en la cual sigue en activo. Ha vivido impactantes experiencias a lo largo de los años, algunas descritas en diferentes blogs personales y comentarios en sus redes sociales. Gracias a ello conoció a la exgimnasta Almudena Cid, que le animó fervorosamente a que escribiera una novela. Su pasión y vivencias con el más allá le llevaron a crear Takako (Mis cuatro esquinas sangrientas), un libro muy personal, entre el drama y el terror, que mezcla vivencias reales y ficción.