Charlamos con Daniel Iribarne Goncalves, autor de la sensacional obra Cantos de esperanza; o la vera historia de Occidente, recientemente publicada por la Editorial Círculo Rojo.
¿Por qué ese título?
Porque la obra en buena medida participa del caracter consolador del género apocalíptico. En una época de enorme confusión y sufrimiento se intentan dar razones para la resistencia y recordar que los hechos de la historia, pese a su apariencia caótica, son guiados por Dios hacia la victoria final, que se conquista en la fe cuando la prueba ha alcanzado su paroxismo definitivo. Esto obliga a colocar al final del libro el viejo tópico de la fundación de la palabra de tantas obras de la épica tradicional —“canta o Musa…etc.—”
En este caso: “cantemos cantos de esperanza”, que da origen al título y a la apertura trascendente que lo continúa cuando ya la narración ha terminado.
La novela está compuesta, entre otras cosas, por una serie de relatos breves, que no cortos, ambientados excelentemente en distintas épocas y lugares. ¿Cómo ha sido el proceso de creación de todas estas historias?
Del material casi infinito creado por la expansión y dominio del mundo por Occidente he elegido algunos de forma cronológica distribuidos entre los distintos continentes. Son narraciones de la resistencia a dicha conquista y al avasallaiento cultural y religioso de los conquistadores. Así aparecen la conquista de Perú, la esclavitud, las guerras del opio, la colonización de la India y los países árabes, etc. Ordenadas como capillas laterales alrededor de la bóveda oscura del espacio real del drama sacro. La acción central del drama —la lucha por la fe— se ubica al “fin de los tiempos”, justo antes de la aparición del gran adversario de toda trascendencia, el anticristo o Dajjal, lo que coloca los hechos narrados en un marco simbólico dándoles más allá de su contexto civilizatorio, según creo, una mayor unidad como preparación del personaje.
Detrás de esta formidable novela hay una labor de investigación tremenda. ¿Cuánto tiempo le llevó escribirla? ¿Qué fuentes consultó?
La investigación, redacción y corrección de la misma me ha llevado unos diez años, pero solo pude dedicarle mucho tiempo y energía después de jubilarme. Las fuentes consultadas han sido muy variadas: numerosos artículos y libros de historia, de teología etc. y para los “realia” ha sido invalorable el aporte de internet, que inmediatamente permite ver mapas de ciudades, colecciones de nombres de distintas culturas, comidas típicas de distintos países etc.
¿Hace falta revisar la historia de la humanidad desde otras perspectivas?
Creo que es urgente una revisión radical de la conciencia que Occidente tiene de sí mismo. En los comienzos de la conquista, la justificación ideológica de la misma era que los pueblos sometidos no eran humanos, y, si lo eran, se hacía imprescindible imponerles la verdadera religión, procurando la salvación de sus almas. Durante todo el siglo XIX, la gran expansión colonialista mundial se realizó como una lucha de la civilización contra la barbarie. Hoy, si bien occidente se ha secularizado y dice actuar siempre para defender la democracia y los derechos humanos, la intolerancia con que impone su dominio llega a niveles de fanatismo religioso digno de las peores épocas de la historia. El esquema que inmediatamente se impone ante cualquier crítica o resistencia es el del combate entre el bien y el mal. Si este narcisismo no es combatido y reemplazado por una perspectiva universal que permita y exija el diálogo, la humanidad se quedrá sin historia ni perspectiva.
¿Crees que es cierto ese clásico axioma de que el sentido de la historia es evitar que se repita?
No. La historia es siempre irrepetible. Cada época crea su conciencia, descubre sus valores, elige sus luchas en medio de todas las determinantes económicas, políticas y culturales del momento.
Su obra, además, incluye numerosas reflexiones e ideas sobre las religiones y la espiritualidad. ¿Cómo ve el estado actual de las religiones en este mundo 2.0?
La caída de toda autoridad ha obligado al individuo a buscar un sentido a la vida en sí mismo. Es un poco la época helenística. Existe un auge de las religiones, pero en realidad se trata de una única religión universal, el super individualismo. Cada uno elige sus credos, sus dogmas, su moral y sus ritos de entre un gran cúmulo de ofertas de distinto tipo que pueden combinarse o abandonarse según la conveniencia. ¿A la espera de un nuevo dios?
¿Cómo recomendaría su obra a los potenciales lectores?
He querido dar un símbolo de nuestra civilización para lo cual la he integrado en el marco religioso del fin de los tiempos según éste se presenta en las distintas revelaciones. He hablado, pues, de su sombra, sus tinieblas, no de sus luces y realizaciones. Interpretar el tiempo en que vivimos es una tarea de todos, tanto como dar un sentido a nuestras vidas. La mía es una interpretación artística que tal vez pueda ayudar, pero no reemplazar, la de mis contemporáneos.
¿Cuáles son sus referentes literarios?
En mi formación literaria tuvieron una enorme influencia las obras de teóricos como Dámaso Alonso, Bousoño, Schökel, Kayser, Curtius, Amado Alonso y muchos otros, y en la práctica poética, el estudio de la generación del 27 de España, con sus grandes poetas de todos conocidos, una lista que sería muy largo enumerar. En la narrativa, en cambio, mis referentes fueron narradores latinoamericanos como Ciro Alegría, Arguedas, Asturias, Carpentier, Eustacio Rivera, Marechal etc.
¿Quién es?
Daniel Iribarne estudió Literatura Española y Filosofía en la Facultad de Humanidades y Ciencia de Montevideo, estudios que no pudo concluir pues fue hecho prisionero por la dictadura militar uruguaya y recluído ocho años en la carcel política de Libertad. Sobre esta etapa publicó en Montevideo una novela “Los Infiernos de la Libertad”. Luego de su condena fue expulsado a Suecia donde vive y donde escribió y publicó una novela corta, La Infancia de Jesús ben José. Con la presente propuesta narrativa el autor intenta dar una visión y una interpretación religiosa del momento actual.