¿Existió el tío Daniel?
Como reza mi biografía, soy de Cangas de Morrazo, pueblo costero de la ría de Vigo, con un enorme arraigo marinero. Mi relación y mi amor por el mar lo llevo en la sangre. El tío Daniel siempre ha estado en mí y conmigo, lo que sucede es que tardó mucho tiempo en manifestarse y explayarse en la forma en que ahora lo hace, desde su primera visita a mis 18 años. De niño solía ir a pescar a la ría con un amigo íntimo de mi abuelo. Era un anciano entrañable y lleno de sabiduría marinera. Supongo que algo de culpa ha tenido en la inspiración y ambientación de más de un relato.
¿De verdad visteis un ovni o fue algo producido por la película aquella de Bud Spencer y Terence Hill?
Cuando uno tiene 14 años, las feromonas disparadas y la testosterona al nivel de “macho alfa”, por los tiros de John Wayne y los mamporros de aquella pareja italiana de moda, no es complicado ver un ovni… o lo que fuera que hayamos visto. De todos modos en los años 70 hubo bastantes avistamientos en Galicia —la prensa dio buena cuenta de ello— y hasta hace bastante poco tiempo, en que ya la memoria comenzó a ir de copas por su cuenta, así lo creí, lo afirmé y lo conté a todo el mundo. La decoración de la escena, eso ya es harina… de “masa madre”.
La inspiración ¿nace o se hace?
La inspiración simplemente llega y normalmente es muy perra; no respeta horarios, comida, trabajo sueño o pareja, le da igual, llega y punto. El problema es que, si no la atiendes al momento, si la dejas pasar o le dices “luego te veo, espérame”, es complicado volver a alcanzarla y que se muestre en la misma forma. Se escurre como un lechón entre las piernas de los adolescentes en las fiestas patronales del pueblo. Es muy perra.
¿Por qué el relato corto? ¿Has pensado en hacer una novela?
Creo que voy a comenzar contestando a la segunda pregunta: La novela, mi primera novela, lleva un tiempo en la cocina. Verás, hay una comida muy de invierno y muy común en muchas partes de España: el cocido. Como todo el mundo sabe, el cocido gallego es ligeramente distinto al de otros lugares de nuestra geografía; incluso dentro de Galicia se prepara de forma diferente según sea la zona, pero todos tienen algo en común: para que sea excelente ha de tener muy buen producto y ser cocinado a fuego muy lento durante un buen número de horas… Mi proyecto no lleva cocido pero su elaboración va a “fuego muy lento”, paso a paso por el camino correcto.
¡Llegará!
De momento, y porque me apasionan, sigo escribiendo relatos, unos cortos otro más largos, al dictado del “tío Daniel, de María “la Meiga”, “los Kinindiolas”, o quien quiera que pase por el salón de casa y me susurre al oído una buena historia.
¿Cuáles son tus referentes literarios?
Tengo que reconocer, sin sonrojo alguno, que crecí a la sombra de Emilio Salgari, Julio Verne y Enid Blyton y, aunque me encanta la hilarante prosa de Tom Sharpe, la sorna y buen hacer de Eduardo Mendoza, o la narrativa de Julia navarro y Ken Follet, definitivamente me quedo con tres títulos, tres libros que han influido muchísimo en mí: La sombra del viento, La catedral del mar y El médico. Sin duda alguna.
Charlotte Brontë, autora de Jane Eire, dijo en una ocasión: «escribo porque no puedo evitarlo». ¿Por qué escribes?
… Es increíble cómo se puede definir a un escritor con tas solo tres palabras “no puedo evitarlo”. Es así. No se puede explicar mejor esta pasión. Cuando me siento delante del papel —no delante del ordenador—, las palabras, las imágenes, los personajes, la historia, fluyen como el torrente de un río tras el deshielo, y es ahí precisamente donde reside la magia de escribir. Se trata de ser el primero, y en ese instante el único, en vivir y disfrutar plenamente del relato sin necesidad de ser el protagonista, simplemente disfrutar a tope el momento. Es una sensación de plenitud absoluta.