Charlamos con Zack Lenders, autor de la obra Mimetia: los archivos crípticos publicada recientemente por Editorial Círculo Rojo.
¿Cuál fue tu inspiración principal para escribir Mimetia: los archivos crípticos?
Llevaba tiempo con la idea de escribir un libro de relatos de terror y, en un principio, empecé realizando pequeñas historias basadas en la mitología y folklore españoles. Como veía que el proyecto no me salía de manera «natural» y que la calidad de las narraciones no era ni siquiera digna de ser leídas, decidí recurrir a mis fieles amigas —las creepypasta— para ver si me inspiraba un poco y… bueno, dejé de lado la obra en la que estaba trabajando y me obcequé de lleno con lo que acabaría conformando Mimetia: los archivos crípticos. Tuve suerte con la inspiración, pues no me abandonó desde que empecé la primera historia y eso me permitió tener el libro listo a finales de agosto del año pasado. El incluir imágenes generadas mediante inteligencia artificial para evidenciar que aquello que se narra y que parece imposible, en efecto, es «real», fue un elemento que cogí «prestado» del género creepypasta y que me pareció un añadido original que serviría como incentivo para aquellos lectores poco sumidos en el género del horror cósmico y también sería curioso para aquellos más veteranos en el campo.
¿Cómo fue el proceso de creación y desarrollo de los personajes y el mundo en el que se desarrollan las distintas historias?
La verdad es que bastante fluido: siempre tuve claro que quería construir personajes creíbles y, para ello, debería de hacerlos lo más mundanos posibles. Además, al ser historias cortas, el lector cuenta con poco tiempo para encariñarse con ellos, por lo que había que apelar a la realidad más cercana para poder conseguir ese sentimiento de «preocupación» y empatía para con ellos a medida que avanzan en su trama personal. También pensé en introducir personajes de diferentes procedencias, géneros, edades, gustos… todo para plasmar la variedad humana que habita el planeta.
En tu libro, utilizas elementos de horror cósmico, ¿qué te atrajo de este subgénero y cómo lo adaptaste a tu narrativa?
Podemos decir que el terror me ha acompañado durante toda mi vida, pero el horror cósmico fue un descubrimiento alentador en la primera etapa de mi adolescencia, en una época en la que, por circunstancias que me tocó vivir, no contaba con muchas amistades, por lo que enfocaba mi tiempo en leer, componer, ver películas y jugar a videojuegos. Fue en aquella fase en la que conocí En las montañas de la locura y me fascinó, ya que era un terror muy diferente a todo lo que había leído hasta entonces. Me sumergí de lleno en la obra de H. P. Lovecraft, mientras en mis ratos libres degustaba los videojuegos Silent Hill 2 y 3, para mí perfectos ejemplos de lo que podríamos incluir dentro del subgénero de terror psicológico. Ambos estilos me marcaron tanto que sabía que quería escribir una obra con esos géneros de fondo, y creí que la mejor oportunidad era hacerlo en Mimetia: los archivos crípticos, entremezclando las situaciones que pueden generar angustia y que son verosímiles de ocurrir en nuestra propia realidad con ese terror más sobrenatural y elevado.
¿Hubo algún desafío particular que enfrentaste durante la escritura de este libro? De ser así, ¿cómo lo superaste?
La verdad que bastantes. Tiendo mucho a revivir fantasmas del pasado y a sentir que nada de lo que hago es lo suficientemente bueno, por lo que suelo menospreciar cualquier cosa que acabe creando. Unos podrían decir que soy extremadamente perfeccionista, pero la realidad es que no suelo confiar en nada que salga exclusivamente de mi imaginación, sea literatura o música. Ya casi al final de la obra sentí un profundo vacío que me decía que el libro realmente no valía la pena y que era una pérdida de tiempo, y así lo llegué a creer durante los últimos meses de creación. Sin embargo, también cuento con mucho amor propio y tengo la suerte de conocerme muy bien, por lo que al final acabé sacando las fuerzas necesarias para terminar y atreverme a enviarla a Círculo Rojo para que la valorasen. Debo confesar que la estela de los pensamientos intrusivos aún me acecha, pero es algo con lo que he aprendido a vivir, pues tampoco me queda más remedio (risas).
¿Qué situación te produciría más incomodidad si caminas solo por una calle de madrugada: toparte con una entidad desconocida o con alguien de carne y hueso que se dirige decididamente hacia ti?
Es una muy buena pregunta (risas). Francamente, lo más obvio sería sentir mayor recelo de lo desconocido que de lo conocido… pero es que el ser humano puede ser tan imprevisible que en cuestión de segundos es capaz de liártela muy fuerte (risas). Siendo alguien con un bagaje tanto técnico como humanístico, creo que tengo suficientes datos empíricos que me servirían de evidencias para justificarte que me sentiría más incómodo si un ser humano se dirigiera decidido hacia mí en la soledad de la noche antes que una entidad desconocida de la que no tengo ningún tipo de certeza. ¡Lo mismo me llevaría bien con ella y acabaríamos tomándonos unas cañas y todo! (risas)
¿Cómo recomendaría Mimetia los archivos crípticos a sus potenciales lectores?
Tras conocer los desafíos a los que me enfrenté durante el proceso de creación, comprenderás que esta pregunta es la más difícil que me podías hacer (risas). Francamente, pondría de manifiesto el potencial de inmersión que tiene la obra gracias a las imágenes generadas mediante inteligencia artificial, que hacen más palpable todo lo que se describe en las historias. Pienso que ese toque de verosimilitud es lo suficientemente interesante como para darle una oportunidad, incluso si no estás muy familiarizado con el terror cósmico. Por el contrario, si eres un experto en Lovecraft, quizá te puede parecer original el cómo entidades superiores se entremezclan entre nosotros y campan a sus anchas por el planeta. Y ante todo, si eres una persona sensible, debo advertirte de que hay situaciones o imágenes que podrían herir tu sensibilidad. Pero vaya, ¿qué hace el miedo sino?
¿Algún proyecto en ciernes? ¿Hay planes para continuar explorando el universo de Mimetia en futuras obras?
Descarté unas cuantas historias que añadían más lore al universo de Mimetia porque me daba miedo que mi primera novela fuese una obra mastodóntica, y en los últimos días me han ido asaltando ideas que podrían funcionar y aportar nuevos horizontes a la trama y a alguno de los personajes, por lo que no descarto para nada realizar una segunda parte. Sin embargo, actualmente estoy escribiendo algo completamente alejado del terror cósmico que podría estar catalogado más bien dentro de lo que conoceríamos como thriller. Me apetecía explorar un poco ese campo tal y como decidió hacer Stephen King en su día, y creo que tengo una trama original y que engancha para poner en práctica todo lo que he ido aprendiendo en este tiempo. No quiero desvelar mucho sobre ella, pero puedo añadir que hay muchas maneras de explorar y experimentar el terror, y a veces es hasta gratificante sentir que nos encontramos en la posición más favorable…
¿Cuáles son tus principales influencias literarias, filosóficas y artísticas?
Mimetia: los archivos crípticos no existiría sin las obras literarias de H.P. Lovecraft, Clark Ashton Smith, Robert E. Howard, Stephen King, Clive Barker o Junji Ito, pero tampoco habría visto la luz sin sagas de videojuegos como Silent Hill, Project Zero, Clock Tower o Parasite Eve. La música es una pieza clave en mi día a día, y así lo dejo entrever en algunos de los capítulos (sobre todo en el penúltimo), siendo grupos como Tool, Circa Survive, Megadeth o In Flames mi zona de confort. Y en cuanto a filósofos, aparte de Kant o Hegel, que son mundialmente conocidos, sí que querría nombrar a Noel Carroll y su The Philosophy of Horror or Paradoxes of the Heart, una obra que creo que no posee el reconocimiento que merece y que me resulta indispensable para entender el terror y el placer que nos proporciona a todos aquellos que disfrutamos de este género. Y para terminar —y no menos importante—, una mención más que especial a Iker Jiménez y a su programa Cuarto Milenio, que sigo desde que tenía quince años y que despertó en mí una enorme pasión por lo desconocido y el misterio en general. Espero poder conocerle algún día; total, soñar es gratis (risas).
¿Ha recibido ya algún feedback de los primeros lectores?
Aquellos que han leído el libro me han trasladado unas opiniones muy positivas y también he tenido la suerte de que gente de la talla de Alberto Cerezuela u Óscar Fábrega —quien ha realizado el prólogo de la obra— se hayan tomado la molestia de adentrarse en el universo de Mimetia: los archivos crípticos para dedicarle elogios y palabras maravillosas. Joni BL, un youtuber especializado en reseñas de terror también me ha enviado comentarios sumamente positivos y alentadores, y, realmente, no puedo hacer más que agradecer de todo corazón a todos los que hayan decidido darle una oportunidad a la obra y que hayan creído que merece la pena invertir tiempo en sumergirse entre sus páginas. Como escritor novel y desconocido, lo único a lo que puedo aspirar de momento es a continuar mejorando; así que, si alguien más se «atreve» con Mimetia: los archivos crípticos, estaré encantado de escuchar qué le ha parecido y, sobre todo, qué cree que podría mejorar de cara a la siguiente parte.
¿Quién es?
Zack Lenders nació en Madrid a principios de la década de los noventa y pasó su infancia en el barrio de Butarque, en Villaverde, hasta que se trasladó junto con su familia a Cataluña, donde ejerce actualmente como mánager de un grupo de ingenieros para el departamento de software de diagnóstico de una empresa farmacéutica. Su primera toma de contacto con el género de terror fue a la edad de cinco años, a través de las teleseries y largometrajes de obras de Stephen King, como It, Misery, o The Langoliers, libros que lo marcaron y que despertaron en él un fuerte interés por el miedo en general, enamorándose de H. P. Lovecraft y de Clive Barker en su adolescencia y abrazando los géneros creepypasta y found footage en su juventud. Con Mimetia: los archivos crípticos, Zack presenta un universo realista con historias cortas acompañadas de imágenes a modo de evidencias que complementan la lectura como si se tratase de un informe de investigación.