CÍRCULO ROJO.- El estrés y la ansiedad fueron el punto de partida de G. Piedrafita para comenzar a escribir y crear su primera obra, ‘Abrir el corazón sin enterrar el alma’, del que él mismo destaca su complejidad para combinar las diferentes formas de amar entre ellas en el día a día.
Publicada en Círculo Rojo, Grupo Editorial, el lector va a encontrar, según las palabras del propio autor, “la vida actual desde el punto de vista de un ser sensible, apasionado y romántico”.
Así, él mismo reconoce que se ha inspirado en la vida. “Que la sociedad no tema desnudar su alma y mostrar lo que esta porta. Lo que en la vida podría ocurrir, lo que te cuentan ocurre, lo que se sueña y lo que se imagina. En ocasiones enjaulamos y cubrimos con un paño los sentimientos, silenciamos las historias que nos cuentan por el que dirán, ocultamos las posibilidades e inquietudes que por miedos y tabúes no es habitual se den, que no por deseo. Poner pasión en todo lo que haces es lo más importante. Todo esto, junto a la creatividad y capacidad de enfundarte en la piel de los personajes de tu historia, hacen de esta combinación una posibilidad de escribir cualquier cosa”.
SINOPSIS
Alan, un joven apasionado y romántico, con toques emocionales de los amantes de la vieja escuela, mezclados con las formas adquiridas de los nuevos tiempos, conoce a Mia, una muchacha que le hipnotiza por completo y de la que se enamora ciegamente.
Ambos, viven con mucho fuego su relación y, aunque las fantasías, el morbo y una aparecida de consentimiento mutuo nueva faceta liberal aborda su relación con firmeza, las inquietudes de uno de los dos resultan algo desmarcadas de lo que ambos en consenso no correctamente definido, desean.
Una lucha de sentimientos desencontrados, entre el deseo de amar, el cariño, la pasión y un placer liberal desbocado.
AUTOR
Nacido en Zaragoza en 1976, vecino de la localidad de Pedrola (Zaragoza), desde su nacimiento hasta la actualidad.
Su formación desde los nueve años y, en la mayor parte del tiempo, fue en internados fuera de su localidad, aunque, regresaba semanalmente y en todas sus vacaciones, para poder estar con los suyos. En la misma línea, pero ya viviendo en Pedrola, se desarrolló como profesional fuera, hasta que, junto con su hermano y el apoyo de sus padres, iniciaron un nuevo proyecto de vida.
Sus inquietudes y su forma de ser, le han llevado a crear una empresa, escribir por afición, practicar ciclismo incluso de competición, entre otras muchas cosas.
Padre de dos hijos, Ady e Izan, por los que siente una pasión incalculable y casado con Raluca. Escribe desde joven, pero lo hacía para él y los suyos. Tras la pérdida de su padre y, conforme van pasando los años de la no superada ausencia, decide publicar dos libros en homenaje a éste y a todos sus seres queridos.