Este libro, tan hermoso como contundente, comienza con una advertencia: «Los personajes y hechos retratados en esta historia son completamente ficticios. Cualquier parecido con personajes verdaderos, vivos o fallecidos, o con hechos reales es pura coincidencia». El problema, el gran problema, es que hay miles de hechos reales parecidos a este. Miles. Por mucho que de un tiempo a esta parte una preocupante corriente de opinión esté intentando relativizar este terrible drama humano.
Vivimos tiempos oscuros. Es indudable. Solo hace falta asomarse a cualquier telediario para comprobarlo. Y no solo por la incesante tragedia de los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas, sino por la impresionante cantidad de denuncias por malos tratos físicos o psicológicos. En 2017, por ejemplo, se presentaron más de ciento sesenta mil. ¡¡Ciento sesenta mil!! Una cifra que debería llevarnos a todos a reflexionar sobre lo que está pasando y a buscar de forma urgente y prioritaria soluciones, por mucho que algunos politicuchos de todo a cien estén intentando darle la vuelta al torno con argumentos tan injustos como la manida excusa de las denuncias falsas, o el insultante adagio de «es que las mujeres también matan». Hay que ser cínico.
Y es que, aunque este caso concreto no sea real, es tan real como la vida misma. Es una constante. Es algo a lo que, por desgracia, esta sociedad parece haberse acostumbrado, lo que hace que la tragedia sea doble.
María José Rodríguez, con esta breve novela, nos da un guantazo de realidad al contarnos una historia que, seguro, todos podemos relacionar con alguna familiar o alguna amiga. Y lo hace de una manera tan simple como desgarradora, utilizando para ello un recurso literario que en este tipo de narraciones suele ser de lo más efectivo: es María, la protagonista de esta historia, la que cuenta en primera persona, mediante una especie de diario dirigido a su hijo, Martín, su terrible experiencia. Y lo hace consciente de que el maldito alzhéimer que padece le iba a acabar impidiendo recordar todo lo que había vivido.
Aquí aparece una de las claves de este relato: Martín no conocía la verdadera historia de sus padres. De hecho, pensaba que el principal motivo del divorcio habían sido las continuas infidelidades de su padre. Sí, pero no. Había mucho más. Lo curioso, —y es en este tipo de detalles sutiles donde María José Rodríguez muestra su talento y la grandeza de esta obra— es que su madre, en la pequeña introducción de su escrito, le dice: «espero tu benevolencia, que aprendas de mis debilidades y, sobre todo, no me juzgues». Tremendo. Imaginen: una mujer con alzhéimer, a punto de contarle por escrito a su hijo el calvario existencial que vivió con su marido, pide no ser juzgada. Este pequeño gran detalle nos lleva a una reflexión tan aguda como necesaria: hasta ese punto llega la anulación de las mujeres que viven un drama de este tipo, hasta el punto de que tener miedo a que los demás, incluso sus propios hijos, les juzguen; como si hubiesen hecho algo malo, como si al final todo hubiese sido culpa suya.
No es mi intención contar más de la cuenta. Invito al lector a que se haga con Por amor a ti, hijo mío, y pueda así conocer mejor la historia que María José Rodríguez nos plantea, la historia de una mujer que, en realidad, es la de muchísimas mujeres.
Mujeres que, seducidas por el amor, y por el manipulador comportamiento de este tipo de sociópatas narcisistas y peligrosos, han renunciado a su vida, a su libertad e, incluso, a su carrera profesional, para convertirse en esposas y madres y vivir para siempre encerradas en una jaula de cristal.
Mujeres que, pese a que puedan haber llegado a percatarse de que algunos comportamientos de sus parejas son tóxicos, intentan comprender su actitud e, incluso, la justifican. Hasta ese punto llega la manipulación del que sabe que por amor casi todo se perdona. Y se produce una terrible inversión de la realidad.
Mujeres que acaban siendo atrapadas en una espiral destructiva que les lleva a una anulación absoluta y que, por amor, y ante la esperanza de «algún día cambiará», toleran cosas intolerables.
Mujeres que, como María, rechazan su independencia económica y su carrera profesional en nombre del amor o en nombre de esa falsa generosidad manipulada.
Mujeres que asumen los insultos y las vejaciones de sus parejas —«tú no eres la mujer con la que me casé»; «A ti así no te follaría ni el que me descarga el camión de pescado en mi conservera»…
Mujeres que, a la vez que viven en una humillación y una soledad constantes, llegan a aceptar las infidelidades de sus parejas.
Y la gran pregunta: ¿puede el amor cambiar a alguien? Sí, pero no a quién debería. Por amor cambian las mujeres que, por desgracia, acaban teniendo por pareja un sociópata manipulador de este tipo. Pero ellos nunca lo harán.
Bien claro lo deja la cita de Rosalía de Castro que introduce este texto: « Caminan tranquilamente a su fin, todo lo ven con sangre fría, entran en el combate y no pelean jamás, y jamás arrojan una mirada de compasión sobre las víctimas que han inmolado en aras de sus caprichos».
En resumidas cuentas, Por amor a ti, hijo mío es una extraordinaria y conmovedora narración que, hoy más que nunca, se hace necesaria para poder comprender la deriva existencial, el desamparo, la soledad y el sufrimiento que viven miles de mujeres a manos de las personas a las que han entregado su vida.
Gracias.
Biografía:
María José Rodríguez (Ourense). Agente de publicidad titulada, técnica en marketing, diplomada en Relaciones Públicas y Protocolo y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Escuela Superior de Negocios Caixanova.
Su amplia trayectoria profesional se divide, por una parte, en trabajos como formadora de cursos de su área de especialización en cámaras de comercio, asociaciones de empresarios, ayuntamientos, IFES (Instituto de Formación y Estudios Sociales), institutos universitarios, etc. Además de haber trabajado en el departamento de publicidad de Radio Pontevedra, fue locutora de un programa deportivo en Antena 3