Vivir sin conflicto. Así se titula este libro y en eso consiste, reduciéndola a su mínima expresión, la idea general que este autor/pensador/filósofo nos pretende plantear; un libro que invita a vivir de verdad, en mitad de esta vorágine que nos rodea, ayudándonos a aprender a aprehender el mundo en estos tiempos de la postverdad. Un mundo en constante cambio que afecta en primera instancia al individuo, pero que, como es lógico, termina derivando a toda la sociedad. Si bien sitúa esta crisis desde la perspectiva de la New age, de lo que se viene hablando desde hace décadas (el paso de la era de Piscis a la era de Acuario), hoy en día, este análisis parece más atinado que nunca. Todo está en crisis, tanto las instituciones seculares como las espirituales.
El conflicto es el leit motiv de Vivir sin conflicto. Sri Agha tiene claro, y con bastante razón, que vivimos en un tiempo caracterizado por el conflicto a todos los niveles. Dado que nada es complicado cuando las aguas están revueltas, y que cada día resulta más complicado encontrar algo a lo que agarrarse para mantenerse a flote, se plantea encontrar un asidero, una mano amiga, un nuevo ángel de la guarda que, al menos, nos ayude a seguir haciendo caminos, esquivando las zancadillas que la vida y que nosotros mismos nos ponemos cada día.
Una propuesta tan arriesgada como atrevida. ¿Lo consigue? Dejo eso en manos de los lectores que se atrevan a sumergirse en este breve ensayo.
Sri Agha tiene claro que el conflicto y el sufrimiento nos han acompañado desde que somos lo que somos. Unos, desde una perspectiva religiosa, consideran que es el precio a pagar por no seguir las precisas instrucciones que Dios, el dios que sea, nos dejó claro que teníamos que cumplir. El pecado original llevó al dolor. Pero ojo, el pecado fue comer la fruta prohibida del árbol del conocimiento. Nos atrevimos, siguiendo con la metáfora, a conocer, a pensar, a dudar, incluso, de lo que aquel Dios nos aseguraba. Y para Sri Agha, ese acto de entrega al pensamiento llevó al origen de la tragedia al aniquilar la experiencia emocional. ¿Cómo es posible esto? No supimos, y seguimos sin saber, mantener el necesario equilibrio entre razón y emoción, entre sentido y sensibilidad.
Así, ¿lleva el acto de pensar al conflicto? Para este autor sí, ya que, al interpretar las cosas que nos suceden mediante el pensamiento, dejamos de conocer la realidad per se y, lo que es peor, dejamos de conocernos a nosotros mismos, de lo que somos y de lo queremos ser. Pero, ¿cómo solucionamos esto? Sri Agha nos regala con este libro una llave maestra que nos permitirá abrir la puerta del paraíso del que una vez fuimos expulsados, pero esa simbólica puerta no está ahí fuera, sino aquí, en ti, en mí, en nosotros. Sin ánimo de destripar el libro, la puerta sería un redescubrimiento del auténtico ser, de la conciencia consciente de ser, de lo que queda al eliminar al acto de pensar y a memoria. Sí, es complicado, y Agha lo explica muchísimo mejor, pero viene a ser algo así.
«Lo que sucede ante mi conciencia, mis pensamientos, deseos, experiencias, sentimientos y anhelos, es inconsistente, fatuo y carente de excesiva importancia. Solo al darles importancia y realidad, al identificarme diariamente con ellos, doy consistencia al mundo que vivo y que diariamente veo».
¿De verdad no está invitando este hombre a dejar de pensar? Sí, pero no. El pensamiento es lo que nos ha hecho inteligentes, lo que nos ha hecho ser lo que somos. No se trata de eso, sino más bien de lo contrario. De pensar más y, sobre todo, de pensar correctamente; de no dejar de darnos cuenta de que pensamos; no dejar de ejercitar la conciencia y la consciencia; de no permitirle al pensar que nos limite el sentir, pero sin dejar de pensar.
No es nada nuevo. Ya lo decía el oráculo de Delfos; ya lo gritaba Sócrates, cuando, haciendo gala de su extraordinaria ironía, dejaba claro que solo sabía que no sabía nada. Y no es que no supiese nada, es que no sabía lo que tenía que saber porque se había distraído con otros saberes. Ya lo comentaba Platón cuando nos instaba a atrevernos a mirar al Sol directamente. Ya lo comentaba el Tao.
En resumidas cuentas, el trabajo que plantea Sri Agha es un trabajo individual e interno. Solo así se puede cambiar al individuo y solo así se puede cambiar la sociedad. «No hay retorno colectivo al Edén».
Y no, no es un libro de autoayuda, aunque proporcione, o pretenda proporcionar, herramientas que nos ayuden a ayudarnos a nosotros mismos. Puede resultar paradójico, pero es así. No se trata de seguir un manual. No está escrita la receta. Se trata, en pocas palabras, de darse cuenta, como una y otra vez repite el autor. Darse cuenta de qué somos; darse cuenta de que estamos; darse cuenta de que sentimos.
Biografía
Filósofo. Teólogo. Escritor. Conferenciante. Consultor. Sri Agha ha sido profesor de universidad y ha impartido multitud de cursos de formación para profesores de primaria y secundaria en la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Fue bautizado con el pseudónimo de AGHA por su hermano, un niño de cuarenta años que apenas habla y con una discapacidad severa del 95%. Actualmente trabaja con personas desfavorecidas en una de las barriadas más pobres y conflictivas de Madrid. Y también recibe a cientos de personas al año que se acercan hasta él solicitando ayuda y asesoramiento en temas diversos y variados. Experto conocedor del alma humana y de las luchas internas que esta mantiene, nos ofrece en este libro una visión particular sobre el amor y el odio. Sri Agha es un referente excepcional en el entendimiento del ser humano. Su penetrante visión avalada por las muchas personas que hasta él se acercan y le escuchan, por su trayectoria humana y profesional y por su claridad y sencillez a la hora de explicar los temas más difíciles y complicados, hacen de este segundo ensayo suyo una propuesta realmente apasionante. Después de leer estas páginas, tu forma de entender el amor cambiará para siempre.