CÍRCULO ROJO.-. En una combinación magistral de historia, ficción y reflexión, Francisco Rodríguez Domínguez nos presenta “¿Los verdugos de Jesús de Nazaret volvieron a Itálica?”, una obra que sumerge al lector en los entresijos del Imperio Romano, sus legiones y las consecuencias de uno de los episodios más trascendentales de la historia: la crucifixión de Jesús de Nazaret. Publicada por Editorial Círculo Rojo, esta novela se perfila como un imprescindible para los amantes de la historia y la narrativa con rigor investigativo.
Rodríguez Domínguez ha dedicado a esta obra más de una década de investigación y escritura, en un proceso marcado por pausas y dudas, pero también por la firme convicción de que la historia debe ser contada con pasión y fidelidad. El resultado es una novela pedagógica, casi enciclopédica, pero impregnada de un profundo amor por las raíces culturales, la fe y la humanidad.
El protagonista de esta historia, Atilio Quinto Pedio, es un soldado romano que, tras haber participado en la crucifixión de Jesús, regresa a Itálica con una carga espiritual y moral que lo lleva a una profunda búsqueda interior. Con este personaje como guía, el autor nos transporta a una Roma imperial en la que el destino de los soldados iba más allá de las batallas y el derramamiento de sangre, para adentrarse en los laberintos de la conciencia y la culpa.
La obra no solo destaca por su contenido histórico y su rigurosidad, sino también por la manera en que conecta el pasado con el presente. “La condición humana no ha cambiado en más de dos mil años”, reflexiona el autor en sus declaraciones. “Las guerras púnicas fueron motivadas por la ambición, igual que los conflictos actuales. Vivimos en un continuo mercadeo, donde la lucha por el poder sigue siendo el eje de la historia”.
Pensada para el público general, pero con un especial atractivo para aquellos interesados en conocer a fondo las raíces del pueblo latino y semita, la novela es una invitación a explorar la historia desde una perspectiva que mezcla el rigor académico con una narrativa envolvente.
SINOPSIS
¿Los verdugos de Jesús de Nazaret volvieron a Itálica? Sinopsis de la obra literaria.
Es una novela histórica-religiosa, con una pormenorizada investigación sobre el Imperio romano, sus legiones, Jesús de Nazaret, la sociedad del siglo primero de nuestra era en Jerusalén e Itálica. El protagonista es el hijo del gobernador de Itálica, que, tras el período de instrucción en Roma, es destinado a Palestina, donde casualmente se ve involucrado en la crucifixión del Maestro de Nazaret; viéndose tras el impactante encuentro con el hijo de Dios, en la disyuntiva de seguir las enseñanzas del Divino Maestro de Nazaret o seguir con su carrera militar, como su abuelo, padre y tío; en definitiva, como sus ancestros.
Es de resaltar el profundo estudio de toda la obra, especialmente de la ciudad de Itálica y de las costumbres de la sociedad romana de aquel remoto tiempo, donde la sociedad disfrutaba de un refinamiento inapropiado para aquella arcaica época, y el buen gusto de la clase noble, al dedicarle una de las mejores salas de las mansiones (la domus), a sus respectivas bibliotecas. Es un libro donde el autor estudia y observa con minuciosidad, el mundo antiguo. Con este trabajo, quedarán sorprendidos aquellos estudiosos de la vida de Cristo, por verlo, por sentirlo tan cerca y tan humano.
AUTOR
Francisco Rodríguez nació en la pedanía de Colinas, perteneciente a la localidad de La Puebla del Río (Sevilla), el 11 de enero de 1947.
Aunque estudió administración bancaria, su carrera profesional la realizó en el cuerpo de Policía Nacional: ingresó en la Academia de Policía en Badajoz en enero del 72; hizo las prácticas en Madrid; fue destinado a San Sebastián (Guipúzcoa) y trasladado, después de 38 meses, a Sevilla.
Después de escribir esta historia, he pensado que tal vez el Señor me salvó la vida de la encerrona que me hizo aquel comando de ETA, aquella noche del mes de junio de 1975, cuando me aplicaron el tercer grado, en el Colegio La Asunció-Miracruz, situado en el Alto de Miracruz, en la Av. Alcalde José Elosegi, donde cursé quinto año de bachiller (sexto y C.O.U. lo terminé en Sevilla, en el I.E.S. Gustavo Adolfo Bécquer), para que fuese el escritor de esta historia, que trata en gran medida, de su bendita Obra.
Son muchas las interrogantes que surgen cuando uno se ve inmerso en una situación tan delicada como aquella en la que me vi envuelto.
Pero fue muy doloroso para mí por confiar en aquel falso amigo castellano-leonés (no estoy seguro después de medio siglo de si era de León o de Valladolid), aquel joven estudiante de empresariales al que conocí en la cafetería Alkansas del Bulevar de San Sebastián, al que, al intimar con él, le pedí que me diese clase de matemáticas (previo pago) porque era mi parte débil en los estudios.
Sí, cuando lo vi entre aquellos indeseables comprendí que fue él el que me había vendido a la organización terrorista ETA.
También he pensado alguna vez que me tuviesen fichado porque en cierta ocasión nos viesen a mi mujer y a mí algún miembro se la referida organización criminal la tarde que fuimos dando un paseo con nuestro primer hijo por el paseo del Duque de Mandas, al encontrarnos con un comando de la referida organización terrorista, pegando carteles de la referida banda criminal; que al perseguirlos con cierta discreción, o al menos, eso fue lo que pensamos nosotros, se diesen cuenta de nuestra indiscreta persecución; o bien, cuando al meterme en una cabina telefónica para llamar al suboficial jefe de mi unidad para que a su vez avisase al grupo antiterrorista y los detuviesen.
Lamentablemente, no se pudo realizar dicha detención porque la unidad tuvo un accidente con un ciclista en el puente del Kursaal o de Zurriola.
Lo cierto es que todo se desarrolló muy de prisa, y aunque el Señor vino en mi auxilio aquella noche, mi ilusión de haber podido hacer una pequeña carrera en el País Vasco se me fue tal como me vino.
A los cuatro años de mi llegada a Sevilla me uní a un movimiento pro-sindical, cuyo nombre terminó siendo el de Sindicato Unificado de Policía, el cual nos costó no pocos sobresaltos y sinsabores.
La idea surgió porque queríamos ser una policía civil, a nivel europeo, dejándole al ejército la actividad para la que fue creado: la salvaguardia de nuestra nación.
Después de medio siglo de mi paso por la Academia de Policía de Badajoz, vengo observando, orgulloso, la excelente formación adquirida por mis nuevos compañeros en la Academia de Ávila, dándole gracias a Dios, con la convicción, de que nuestro esfuerzo ha merecido la pena.