CÍRCULO ROJO.- Como reconoce el propio Miguel Ángel Salinas, ‘Los pedacitos de un niño entre las sábanas revueltas’, no pretende convertirse en un catálogo de reivindicaciones infantiles ni un manual enfocado a los padres que lidian a diario con sus hijos. “Las historias aparecen son el reflejo de mi infancia, de lo que recuerdo de ella y de lo que mis padres y mi abuela fueron transmitiendo al paso de los años”.
Publicada en Círculo Rojo, Grupo Editorial, el lector va a encontrar, según las palabras del autor, “he intentado reflejar los diversos puntos de vista de una criatura de esa edad. Debo de reconocer que ha significado una dura prueba. Ponerme en ese pellejo me ha obligado a retrotraerme desde más allá del infinito. El niño no es el mismo, sino diferente en cada historia. En ocasiones tiene una hermana mayor, en otras, menor. A veces es pobre, otras muy pobre, e incluso rico, en muchos relatos está desorientado, en bastantes no comprende a los mayores y en casi todos nos muestra una mirada de lo que le rodea cómica, lógica, descabellada, infantil, madura, pero que rezuma dulzura e inocencia por los cuatro costados”.
LA CRÍTICA HA DICHO
«Con Franco se vivía mejor. Con seis años nunca me faltó de nada.»
La vox del pueblo
«Animamos a las parejas a que procreen más. Que no decaiga.»
Asociación de fabricantes de carritos de bebé
«Desde que soy madre soy adicta al Valium.»
Madre anónima afectada
«Rezamos todos los días para que resucite Herodes.»
Asociación padres de familias numerosas
«Seis años es una edad ideal para visitar a un especialista.»
Psicólogos sin fronteras
«Que alguien me diga los beneficios de ser padre.»
Entrevista efectuada en la cola del INAEM
«Desde que nuestro hijo trabaja vivimos de cojón en su casa.»
Jubilados afectados por la aluminosis
AUTOR
Lo habitual es indicar año y lugar de nacimiento, actividad profesional, estudios cursados, méritos, premios y demás zarandajas. Sin que sirva de precedente, dejaré caer que nací en Barbastro un día tormentoso del mes de agosto. Mi madre no lo olvidará jamás (y no por la tormenta).
El resto podrían consultarlo en la Wikipedia, pero, desafortunadamente, no alcanzo la notoriedad suficiente como para ser glosado en su infinita sapiencia. Puestos a reseñar lo sustancial, debo de remarcar que, mientras escribo estas líneas, permanezco vivo; cuando lean esto, puede que no, tal y como está el patio… Premios, no he obtenido ninguno, ya se lo adelanto, más bien castigos. Y mi obra literaria es tan extensa como el firmamento infinito y estrellado, aunque la mayor parte sea inédita. ¿Por qué? Pregunten a los editores.
De todos modos, no creo que les interese conocer nada acerca de un servidor. Mi vida, insípida y anodina, les aburriría. Sin conocerles, seguro que es más interesante la suya. ¿Que qué sabré yo? Poco, tirando a nada. Yo me preocupo de lo mío, que bastante tengo.
Me atrevería a aconsejarles, con el recato y respeto que merecen, que lean el libro. En cada una de las páginas, ya sea de modo encriptado o vehemente, les haré compañía y, juntos de la mano, alcanzaremos el final.
¿Qué más se puede pedir?