Platón, el sabio griego, en su diálogo Alcibíades, puso en boca de Sócrates, su maestro y el habitual alter ego que usaba en sus escritos para exponer sus ideas, que la fuente de toda virtud está en el conocimiento introspectivo, en averiguar qué somos realmente. En realidad, aquello venía de antiguo, más concretamente de una inscripción que todos los visitantes que acudían al oráculo de Delfos podían leer en el pronaos del templo de Apolo, situado en aquel lugar de poder: gnóthi seautón, conócete a ti mismo.
Esa idea se convirtió en un leit motiv presente en toda la historia de la filosofía y sus diversas ramas, sobre todo las centradas en la acción humana y el desarrollo individual
y social. Solo así, conociéndonos, entendiéndonos, podemos crecer y podemos hacer crecer al colectivo.
Pues bien, esta idea recorre transversalmente este interesante y reflexivo libro: 365 días de inspiración, Liderar empieza en una misma, publicado recientemente por Editorial Círculo Rojo y escrito por la autora Clàudia Cornella Durany. En primer lugar, se trata de una clara invitación a eso, a parar un momento, poner la vista en nosotros mismos y reflexionar sobre nuestra situación personal, nuestros objetivos, nuestras emociones, nuestros miedos y nuestras aspiraciones existenciales y profesionales. Pues todo forma parte de un uno. Nuestro estado emocional influye, como bien deja claro la autora, en el desarrollo de nuestras actividades laborales y en nuestras interrelaciones sociales. Lógico, al fin y al cabo todos somos individuos, pero
también parte del engranaje social. No en vano, Clàudia Cornella Durany ha desarrollado una extensa carrera laboral como especialista en liderazgo profesional y
empresarial.
Pero su propuesta, construida a través de un buen número de reflexiones que vieron la luz durante aquellos tiempos oscuros —aunque muy fructíferos para muchos desde un punto de vista creativo— del confinamiento durante las primeras etapas de la pandemia de la covid-19, va mucho más allá, siempre a medio camino entre el crecimiento personal y el mundo de la autoayuda y la filosofía de la acción vital. Así, siempre desde el autonocimiento por bandera, nos ofrece un amplio abanico de ideas, escritas con un lenguaje conciso, claro, diáfano, pero rico y extenso. Por
supuesto, ni es mi intención ni puedo desvelar en exceso el contenido de 365 días de inspiración, Liderar empieza en una misma. Pero sí que me gustaría exponer algunas
ideas generales que me han parecido especialmente significativas y que pueden ayudar a los potenciales lectores a entender de qué va a esta obra y a que se animen a hacerse con
un ejemplar, algo que ya, sin ninguna duda, recomiendo. Por ejemplo, Clàudia le da muchísima importancia a la gestión del miedo y a la adquisición de confianza, paso esencial para emprender en cualquier aspecto de nuestras vidas. Plantea, con acierto y fundamento, que no se puede pretender esquivar o evitar el miedo, ya que es imposible. Estamos programados para ello. Pero sí se puede usar, instrumentalizar, canalizar. Además, nuestra realidad no depende de nosotros enteramente, sino que surgen imprevistos y circunstancias inesperadas que trastocan por
completo nuestra existencia. Normal que tengamos miedo cuando eso sucede. Y para ello, aunque de muy diversas maneras, y en distintos contextos y problemáticas, nos ofrece un buen número de herramientas para, en sus palabras, «sostener la incertidumbre».
Por otro lado, se trata de un alegato vitalista en toda regla: «La vida es un regalo, y por eso debemos celebrarla cada día», comenta en cierta ocasión, y con mucha razón. Y
no, no se trata de mantener una postura ingenua de felicidad constante, sino de valorar lo que somos, lo que tenemos y lo que no tenemos, para desde ahí, desde la toma de conciencia, construir lo que queremos ser, lo que queremos tener y lo que no queremos tener. La vida, en definitiva, como plantea Clàudia, es un viaje, un largo camino, a
veces suave y llano, a veces complicado y terrible. Pero es nuestro camino, en nuestras manos está disfrutar de la experiencia, incluso de la mala experiencia, pues todo, en
resumidas cuentas, es fuente de aprendizaje.
Además, no estamos solos. Sí, algunos dramas existenciales los tenemos que digerir en nuestros mundos interiores, conversando o incluso peleando con nosotros mismos —no hay nada más sano que esto—, pero en la mayoría de circunstancias, si prestamos atención, estamos acompañados, ya sea por nuestras familias, nuestras parejas o
nuestros amigos.
Por supuesto, en esta obra encontrarán muchísimo más, pues está repleta de pequeñas grandes enseñanzas; toda una guía vital y existencial que, sin duda, hará las delicias de los aficionados a este género, pero también de todos aquellos lectores interesados en mejorar como personas, en tomar las riendas de su vida, en construir un presente y un futuro mejores y encontrarse con ellos mismos, la clave de todo. Un libro absolutamente recomendable.