Desde la más remota antigüedad, el poder ha estado unido a la corrupción. La antropología y la etnografía han demostrado que hasta en las sociedades más tribales existe, aunque de una manera muy distinta, como es lógico, a las sociedades complejas. Además, no solo ha afectado a las instituciones estatales y a los gobernantes, sino también a las religiosas (por ejemplo, a la Iglesia católica durante la Edad Media). Se trata de una terrible lacra con gravísimas repercusiones económicas, políticas y sociales que aparecen expuestas con una grandísima habilidad divulgativa en este libro, El flagelo de la corrupción, de la especialista Marga Yorleth López Meneses, publicado recientemente por la editorial Círculo Rojo.
La autora toma como referencia la terrible situación de dos países sudamericanos, Colombia y México (su país de origen y su país de residencia), a los que dedica sendos capítulos, aunque dejando claro que se trata de una lacra universal que afecta a todos los estados en mayor o menor medida, contribuyendo al deterioro social, a la perdida de confianza en los políticos y en los sistemas democráticos y a graves problemas económicos (sobre todo por la malversación de fondos públicos).
Quizás sea algo intrínseco en el ser humano. Brillante el ejemplo que propone de una actividad escolar que consistía en que los alumnos de una clase tenían que hacer una representación de un proceso electoral, creando sus propios partidos políticos, haciendo campaña y, finalmente, votando. Pues bien, durante el proceso algunos jóvenes se dedicaron a comprar votos para su partido con el poco dinero que tenían; y además, muchos aceptaron venderlos, aunque algunos, incluso, llegaron a pedir más de lo que les ofrecían o a negarse porque consideraban que obtendrían mayores beneficios si «ganaban los suyos». Solo unos pocos se negaron por principios…
Aún así, la propuesta de Marga Yorleth López Meneses es optimista. La clave está en cómo detener esta plaga. Sin duda, el primer paso, según expone, consiste en concienciar a la ciudadanía para que denuncie cualquier acto de corrupción. Las redes sociales e Internet son un arma extraordinaria para ello, pero también la educación, tanto desde las escuelas como desde las familias. Por otro lado, las instituciones deben ser cada vez más transparentes, con el fin de que cualquier observador externo pueda detectar cualquier anomalía.
Sobre el primer punto, merece la pena destacar algo que comenta la autora y que se manifiesta, sin duda alguna, en muchos países del mundo, por no decir en todos. Se trata de la tolerancia adquirida ante la corrupción, que lleva a que muchos ciudadanos la asuman como inevitable y a que se contenten con que, al menos, hagan cosas para el pueblo. «Que roben, pero que hagan obras». En España, por ejemplo, ante la creciente polarización política e ideológica, se han llegado a escuchar y leer eslóganes similares: «Para que me roben los de izquierdas/los de derechas, que me roben los míos».
Por otro lado, en este extraordinario tratado sobre la corrupción podrán encontrar muchísimas cosas interesantes. Por ejemplo, la autora elabora con gran precisión una amplia introducción sobre esta lacra, en la que, además de analizar qué factores pueden conducir a ella, expone una documentada y concisa historia de la corrupción, así como un completo análisis del pensamiento de varios filósofos y pensadores que analizaron este fenómeno (como Nicolás Maquiavelo, que lo veía como algo característico del ser humano; Sócrates, que varios siglos antes ya denunció estas malas prácticas, exaltando la virtud como valor supremo; o Rousseau, con su famoso «pacto social).
A partir de esta larga introducción, desarrolla algunos puntos tremendamente interesantes, como la relación entre corrupción, poder y costumbre, la actitud de los organismos internacionales (especialmente la ONU), el problema del dinero negro y el lavado y su relación con las guerras.
Especial interés merece el capítulo dedicado a analizar los diversos delitos relacionados con la corrupción (prevaricación, cohecho, malversación de fondos públicos, concesión de contratos a cambio de comisiones, enriquecimiento ilícito, financiación ilegal de partidos políticos); así como el breve estudio sobre la corrupción actual en tiempos de coronavirus, tan interesante como preocupante.
En resumidas cuentas, se trata de una obra más que necesaria en estos tiempos oscuros que vivimos; una obra que puede hacer comprender a los lectores que todos formamos parte de un gigantesco engranaje y que en sus manos, en nuestras manos, está terminar con este flagelo. Absolutamente recomendable.