Sucede a veces que un libro te supera, te secuestra, te arrastra o, usando quizás una terminología más apropiada, te arrebata. Puede deberse a la capacidad del autor para producir reflexiones e inquietudes en la mente del lector, pero a veces, como es el caso que nos ocupa, se debe a que el lector se enfrenta a una epopeya tan vasta que genera una espiral emocional y filosófica de la que es imposible escapar. Este el caso, repito, de El verdadero camino hacia Dios, una extraordinaria obra escrita por Manuel Fernández Herrera y recientemente publicada por Editorial Círculo Rojo.
Como la obra es extensísima —está dividida en cuatro libros, separados pero concatenados—, y como no tengo la más mínima intención de desvelar más de lo necesario, me limitaré en este reseña a comentar brevemente algunas de las ideas más importantes de las muchas que podrá encontrar en estas páginas el valiente lector que se anime.
En el primer libro, Manuel Fernández nos expone algo que parece de perogrullo en estos tiempos convulsos de likes e instagramers: el individualismo extremo, el egoísmo exacerbado, basado en la nefasta idea de «sálvese quien pueda», característica del darwinismo social defendido por los liberales decimonónicos y por los neoliberales post-Reagan, que defienden y enarbolan por bandera esa falsa premisa de «eres pobre porque quieres». Así, nuestro autor reflexiona sobre los caminos que han llevado a que en la sociedad actual se valora a las personas más por lo que tienen que por lo hacen, por lo que saben y por lo que son. Estos caminos, basados en la economía capitalista, conducen directamente al mal, dado que, por la lógica interna de esta filosofía económica, no todos pueden acceder a las élites privilegiadas, y la mayor parte de las personas acepta la explotación como un mal menor para sobrevivir en un mundo de lobos. Así, de alguna manera, todo nos vemos inducidos a hacer el mal, a colaborar con un sistema injusto y atroz. Se trata, en resumidas cuentas, de la ya vieja marxista de la lucha de clases como motor de la historia, motor que se hace patente, de forma muy especial, en el capitalismo neoliberal actual.
Además, Manuel Fernández hace una brillante lectura de las consecuencias de este enfermizo sistema: la mala calidad de vida de una inmensa mayoría de la población, tanto la pésima alimentación como por el estrés, los problemas económicos o el escaso interés por el crecimiento personal; la destrucción exponencial de nuestro planeta, con todo lo que esto conlleva, algo que también nos afecta, tanto por las enfermedades relacionadas con la contaminación como por las consecuencias climáticas; el consumo de sustancias estupefacientes, que tanto mal conlleva y que tan graves problemas sociales y sanitarios ocasiona; o el aumento de las guerras como producto de la depredación sistemática de los recursos del planeta por parte de algunos.
De ahí que llegue a una conclusión que, sin duda, es un grito de alerta y una llamada a la reflexión: el sistema actual, cada vez más globalizado, no favorece el desarrollo de dos aspectos esenciales para la propuesta filosófica de este autor: el bien y la justicia.
El segundo libro parte de todo lo expuesto en el primero, pero se adentra en una idea distinta: este sistema inhumano e injusto nos aleja del camino de salvación y de Dios, al alejarnos del bien general y de la justicia para con el otro, para con el prójimo. Manuel Fernández, como buen creyente, parte de lo importante que es tener fe ciega en Dios por encima de todo, por mucho que parezca estar ausente en este mundo desquiciado. De ahí que a lo largo de un montón de páginas nos regale interesantes reflexiones relacionadas con la divinidad: ¿cómo podemos encontrar a Dios aquí, en esta existencia herida? ¿Existe un sentido de la vida sin Dios? ¿Qué hay después de la muerte? ¿Es posible una moral sin Dios? Esta segunda parte, mucho más filosófica y espiritual permite al autor desarrollar toda su extraordinaria capacidad reflexiva, al que, al margen en que estemos de acuerdo con sus ideas, siempre es de agradecer.
El tercer libro de este monumental El verdadero camino hacia Dios se centra en qué debemos hacer y cómo debemos conducir nuestra existencia para contar su apoyo y asegurarnos la salvación post-mortem, empezando, como no, por el amor a Dios por encima de todo. Así, por ejemplo, expone cómo debemos relacionarnos con los demás, qué sentimientos debemos potenciar y qué sentimientos debemos condenar al ostracismo del olvido, o qué actitud vital tenemos que acometer para cambiar el sistema productivo y económico, y, por extensión, ayudar a acabar con la degradación de nuestro planeta. Manuel Fernández termina planteando un interesante y optimista sistema utópica que, con matizaciones, sería extraordinario si llegase a realizarse.
En ese sistema utópico se centra el cuarto y último libro de esta obra. Se trata, por lo tanto, de un complejo y brillante desarrollo del camino que debemos abordar colectivamente para construir un mundo nuevo más igualitario, más justo, más bondadoso y, por lo tanto, más cercano a Dios.
En resumidas cuentas, no deben perderse este libro. No será fácil, claro, ya que tendrán que cuestionarse muchas de sus convicciones y tendrán que tomar postura ante esta desgarradora y meditada invitación al cambio. En las manos del lector está.