Sin duda alguna, la novela negra sigue siendo uno de los géneros más leídos, aunque también continúa formando parte, junto a la ciencia ficción o la fantasía épica, de ese grupo de géneros criticados por los snobs intelectualoides que desde las alturas de sus exaltados egos tachan este tipo obras con el grosero calificativo de «para todo los públicos», sin reconocerle la justa y más que merecida calidad literaria. Afortunadamente, hace tiempo que esto comenzó a cambiar. Y lo ha hecho gracias a obras como esta, La conspiración del mal, de la autora Luana Walker (alter ego de Inma Sanz), recientemente publicado por la editorial Círculo Rojo, una compleja novela que hará las delicias de todos los aficionados a las historias de crímenes —y de las buenas novelas románticas, ojo.
La conspiración del mal cuenta la historia de Jonathan Hamilton, un empresario famoso, codicioso, frío y algo hierático, el típico depredador de las altas finanzas, cuya vida se desmorona por completo cuando, por culpa de un misterioso accidente de coche, se queda tetrapléjico, convirtiéndose en un ermitaño amargado y encerrado en sí mismo —y en su palacio—, bajo el cuidado de su madre, sempiterna presencia en su vida y hacia la que guarda bastantes resquemores. Pero todo cambia cuando aparece como salida de la nada una chica llamada Kate, que irrumpe en su vida como un terremoto, con la asombrosa promesa de ser capaz de curarle del mal que le ha dejado postrado. Pronto surgirá —perdón por el ligero spoiler— una chispa entre ellos, aunque Kate está llena de misterios… Misterios que proceden del pasado remoto de Jonathan, de un pasado que, entre otras cosas, explica su forma de ser en el presente…
Pero hay más. La conspiración del mal, como todas las buenas novelas de intriga y suspense, cuenta con un montón de tramas paralelas protagonizadas por varios personajes que guardan relación con Jonathan (que ejerce de centro radial de una circunferencia sobre la que giran todas las tramas) y que harán que la trama principal se complique hasta límites insospechados.
Hay algo que se percibe desde las primeras páginas de la novela: el realismo extremo, determinado por la veracidad de las historias paralelas que se cuentan y de los personajes, alejados de los típicos estereotipos y clichés del género, aunque siempre dentro de la arquetípica estructura del héroe (o los héroes) frente al villano (o los villanos). Quizás sea esto, precisamente, lo más ortodoxo de La conspiración del mal.
Por otro lado, desde una perspectiva puramente formal, destaca la capacidad de la autora para crear el necesario e imprescindible clímax, característica esencial de la novela negra. Lo hace, como es habitual, dosificando la información y creando tramas paralelas, atrapando al lector en una espiral, a veces desasosegante, de la que no podrá salir hasta terminar el último párrafo de la última página.
Además, la prosa de Inma Sanz brilla de manera especial en las descripciones de ambientes, consiguiendo transportar al lector a cada uno de los lugares en los que se desarrolla la acción del libro. Esto, unido a la impresionante caracterización de los personajes, con sus propias historias personales y con una evolución asombrosa que se va manifestando conforme va avanzando en profundidad la trama provoca una experiencia inmersiva en el lector, tan ricos en matices y en detalles como los lugares que describe, algo que puede parecer fácil de hacer, pero que solo consiguen los maestros de la pluma. Por supuesto, también ayuda el lenguaje cercano, urbano y realista que imprime en los personajes, muy del día a día, que permite que el lector empatice con los actores de esta novela.
Especial atención merece un elemento, característico de la buena novela de suspense, de las buenas novelas negras, que aquí brilla en todo su esplendor: nada es lo que parece. Las tramas de este género suelen incluir giros que rompen por completo la historia y que provocan que el lector quede descolocado. En La conspiración del mal esto sucede varias veces y, además, nos conduce a un final tan sorprendente como inesperado y poco previsible. Lo soñado para una novela de este tipo.
Y no solo eso. En La conspiración del mal el lector encontrará algunas reflexiones interesantes, sensatas y acertadas sobre algunos temas preocupantes de nuestras sociedades actuales. Ya lo dijo en cierta ocasión el maestro Camilo José Cela, «la más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir».
En definitiva, una obra de suspense trepidante, apasionante y, en ocasiones, perturbadora. La autora manipula y dosifica la información que ofrece para hacer cómplice y víctima al lector de los dantescos giros que se producen en la historia. Una obra poliédrica, transversal y compleja, a la par que intrigante, bella, emotiva y sensacionalmente construida. Lo tiene todo para triunfar. Y ojo, estamos ante la opera prima de su autora, Inma Sanz. Habrá que estar atento a la evolución de su carrera literaria.