Nunca podremos ser libres si tenemos miedo a asumir la responsabilidad que supone ser libre. Y solo se puede conseguir esa libertad si nos liberamos de las cadenas que nos impiden ser lo que somos, ser nosotros mismos. Y para ello, cerrando el círculo, hay que vencer al miedo. Solo así, como dice Paco Gutiérrez, el autor de este sensacional libro, Mensajes para nuestro ser, recientemente publicado por la editorial Círculo Rojo, «conectaremos con nuestro ser de una manera extraordinaria, sintiendo la plenitud y el amor, por nosotros y por el todo».
Pero, ser nosotros mismos, realizarnos como lo que somos, supone tomar conciencia de que formamos parte de un sistema que, aunque no lo sepamos, aunque nos neguemos a creerlo, intenta guiarnos. Este sistema, el Universo, intenta comunicarse con nosotros para expresarnos que las grandes necesidades básicas que tenemos los humanos, salud, dinero y amor, solo pueden conseguirse mediante el perdón, la compasión y la gratitud. Solo así, conociendo lo que el Universo nos quiere decir, podremos avanzar individual y colectivamente.
El autor de este libro sabe lo que dice porque lo ha recibido mediante «una serie de canalizaciones recibidas de lo Superior». Esto es importante para poder entender y aprehender la importancia de esta serie de reflexiones dirigidas a nuestro ser.
Ya venimos felices de serie. Solo tenemos que tomar conciencia de que si no lo somos es porque no prestamos atención y vivimos encadenados a las falsas glorias mundanas. Por lo tanto, parte del trabajo necesario consiste en pensar correctamente y en detectar qué parte de los pensamientos que nos conducen a esas falsas felicidades proceden de una parte de nuestro cerebro, que no controlamos conscientemente, pero que podemos domar. Nuestro subconsciente, esencia esencial de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que podemos ser.
Por supuesto, también hay que ejercitar el desapego, dejando al lado nuestro ego y permitiendo que lo que el Universo nos quiere regalar nos llegue de forma correcta. No es fácil, ojo.
Estamos ante un libro que invita a vivir de verdad, en mitad de esta vorágine que nos rodea, ayudándonos a aprender a aprehender el mundo en estos tiempos de la postverdad. Un mundo en constante cambio que afecta en primera instancia al individuo, pero que, como es lógico, termina derivando a toda la sociedad. Hoy en día, este análisis parece más atinado que nunca. Todo está en crisis, tanto las instituciones seculares como las espirituales.
El amor es la respuesta. Pero el amor entendido como el bálsamo contra el conflicto y la división. El amor es la exaltación de la consciencia de ser, pero no el amor del que solo quiere compañía para llenar un vacío que nunca se llena. No se trata de poseer al otro por amor, sino justo lo contrario.
Por lo tanto, este libro viene a ser una guía para recuperar nuestra inocencia mental perdida y nuestro equilibrio físico desequilibrado. Pero el tratamiento es holístico, ya que, repito, cuerpo y mente son uno solo y están intrínsecamente relacionados y coordinados. El objetivo consiste en ser felices, lo que a la vez, nos lleva a ser sanos —teniendo siempre en cuenta que nuestra salud no siempre depende de nosotros mismos.
En definitiva, se trata de una obra valiente e inspirada que puede ayudar a guiarnos y a conducirnos de forma correcta por este valle de lágrimas que es la vida, para que deje de serlo y sea lo que debe ser. Un canto a la creación. Y es que Mensajes para nuestro ser, aunque también contiene una dosis alta de erudición y de reflexión filosófica, es un libro para todo el mundo, o debería serlo. A veces se hace árido, pero nadie ha dicho que fuera a ser fácil. Es el precio a pagar por enfrentarnos a nosotros mismos en el espejo. El resultado, el premio, merece la pena.
Una propuesta tan arriesgada como atrevida. ¿Lo consigue? Dejo eso en manos de los lectores que se atrevan a sumergirse en este breve ensayo.
Y no, no es un libro de autoayuda, aunque proporcione, o pretenda proporcionar, herramientas que nos ayuden a ayudarnos a nosotros mismos. Puede resultar paradójico, pero es así. No se trata de seguir un manual. No está escrita la receta. Se trata, en pocas palabras, de darse cuenta, como una y otra vez repite el autor. Darse cuenta de qué somos; darse cuenta de que estamos; darse cuenta de que sentimos.