Difícil describir qué es este libro. ¿Poesía deconstruida de primer nivel que, atrevida, deja de ser poesía para convertirse en prosa? ¿Prosa reconstruida que, osada, renace reconvertida en verso emocionado? Da igual. Es lo que es. Un canto a las letras y a la vida.
Dicho esto, hablemos de Un tango sobre un alfiler, una maravillosa antología de versos y cicatrices escrita por Montse Felipe Jordán, recientemente publicada por Editorial Círculo Rojo.
Sí. Versos y cicatrices. Porque la poesía surge tanto del amor como del llanto. Además, cura, cicatriza, alivia al alma dañada, tanto la del que construye los versos como la del que los recibe. Cauteriza, sacia y alivia a las almas afligidas que no saben los porqués o que, al contrario, los conocen demasiado bien.
Se trata de una obra poética distinta, sincera, cercana, amable, directa, visceral, pura y atenta, una obra que se lee con la sonrisa en la boca del que empatiza con lo que está leyendo, ya sea porque lo ha vivido, porque lo está viviendo o porque lo quiere vivir. El verso de Montse, a veces libres, a veces métrico, pero siempre honrado y directo, habla de situaciones que todos y cada uno de nosotros hemos experimentado en alguna ocasión. Con sus poemas, nos habla de las sobredosis de uno mismo, de autobuses que nos atropellan una y mil veces (o de cómo repetimos patrones tóxicos y dañinos pese a experiencias anteriores), de las lenguas oxidadas por hablar sin piedad, del poder de los bolígrafos sobre los cuchillos (una genial metáfora sobre la importancia de la educación y la formación para intentar evitar la guerra y la violencia), de los saltos al vacío interior, de lo que escuece la sal, de los carros que nos empeñamos en mover solos (y es que cuesta pedir ayuda en un mundo en el que con ayuda todo iría mejor), de lo efímero del presente, del desorden lógico del orden ilógico, de las cadenas invisibles de la esperanza y los «ojalás», de lo miope que es el amor, de la atroz pasión que no pasa.
Martes que sueñan ser domingos por la tarde, croquetas antipsicóticas, horas mal dirigidas, mares jodidos, manías que se olvidan, hormonas de crecimiento, mujeres con chándal poéticamente incorrectas, guerras civiles cerebrales, pieles quebradas, princesas periféricas y roqueras, empatía y caos, punto y coma.
De todo esto, y de mucho más, nos habla Montse Felipe Jordán. Y siempre con un sentido del humor de lo más ácido, cáustico a veces —«¿Y qué pasa con el brócoli?»—. Además, esta magnífica obra es una alabanza —una exaltación o una apología, que el lector decida— declarada y contundente de lo necesario que es fomentar la individualidad, aunque no renegando de la sociedad, sino de ESTA sociedad. Se trata de construir un nuevo colectivo formado por seres autónomos, libres, pensantes y, dentro de lo posible, felices. Y el camino se hace, precisamente, pensando. Ojo, esto no es fácil y, además, duele. Todos hemos escuchado alguna vez ese viejo adagio de «prefiero estar haciendo cosas para no pensar». Pensar supone hablar con uno mismo, enfrentarse a un diálogo, casi siempre terrible, con lo que somos, con lo que fuimos y, lo más importante, con lo que debemos ser y con lo que queremos ser. Esa conversación interna, ese hablar con uno mismo, que para Machado llevaba a «hablar con Dios un día», es lo que nos hace humanos.
En definitiva, una extensa antología de versos —y cicatrices— que hará las delicias de todo aquel que se atreva a sumergirse en sus aguas, siempre reconfortantes y luminosas.
«Quise bailar un tango sobre un alfiler sin saber bailar ni coser».
Más sobre el libro: https://editorialcirculorojo.com/un-tango-sobre-un-alfiler/