Decía el gran Oscar Wilde que «cada uno somos nuestro propio demonio y hacemos de este mundo nuestro infierno». Cuánta razón tenía. Nos hacemos nuestros propios infiernos de realidad, negándonos a ver, a veces, que nuestra zona de confort, nuestra pareja o nuestros amigos no son cómo pensamos que son, lo que nos conduce, inexorablemente, a la decepción, la frustración y la dejadez existencial. Sí, no todo lo que nos rodea depende de nosotros, pero sí que labor nuestra sopesar cómo actuamos con los demás y cómo afrontamos los vaivenes y los envites de la vida. De todo esto, y de mucho más, habla Una tentación inevitable, una novela contemporánea y
profundamente erótica escrita por la autora argentina, residente en Barcelona, Ana Beatriz Semola Casado, recientemente publicada por la Editorial Círculo Rojo. Se trata de un complicado triángulo formado por Agnes, una joven de dieciséis años casada con el que había sido su profesor, Lorenzo, padre de un joven apuesto, Mateo, que en un primer momento, cuando la conoció, llegó a pensar que estaba con su padre por dinero. No en vano, solo tenía dos años más que ella. Tampoco es de extrañar esta primera actitud, ya que se casaron a los dos meses de comenzar su relación. Además, para complicar aún más las cosas, Lorenzo no lo dijo hasta el mismo día de la boda que guardaba un secreto: un hijo. Y para más inri, pronto Agnes comenzará a enamorarse de… su hijastro.
Y hasta aquí puedo leer. Si quieren saber cómo continúa esta complicada trama, tendrán que hacerse con un ejemplar de Una tentación inevitable. Desde una perspectiva puramente literaria, destaca la habilidad de la autora para para crear el necesario e imprescindible clímax —en todos los sentidos del término—, característica esencial de la novela romántica. Lo hace, como es habitual, dosificando la información y creando tramas paralelas. Nada es lo que parece en esta novela y, en varios momentos, que no pienso desvelar, la trama da un giro extraordinario que hace que el lector se vea obligado a devorar con impaciencia las páginas.
Además, su rica prosa también se explaya en la descripción de los lugares y situaciones y, a diferencia de otras novelas del género —explotado hasta la saciedad en
los últimos años—, los personajes no son maniqueos ni planos, sino que, al contrario, son complejos y poliédricos, y evolucionan conforme se van desarrollando las tramas; especialmente Agnes, nuestra heroína, que tras verse inmersa en una complicada relación a tres bandas, comienza a crecer a transformarse en la mujer que siempre había sido.
Por supuesto, como buena novela erótica, Una tentación inevitable tiene escenas de sexo, escenas que están magistralmente escritas y que, aunque son lo necesariamente explícitas que deben ser este tipo de escenas en este tipo de novelas, nunca caen en lo soez, ni, lo que es más importante, en los topicazos del género —algo realmente difícil—. Y ojo, esto no es nada sencillo. Desde el punto de vista de la técnica literaria,
la redacción y la construcción de las escenas de sexo es uno de los retos más complicados a los que se puede enfrentar un escritor, casi tan temerario o más que la creación de escenas cómicas. Es tan complicado, salvando las obvias distancias, conseguir que un lector se ría como que disfrute y se excite. Además, en muchos casos, en muchísimos casos, este tipo de episodios no están integrados en la trama, ni son originales, ni son realistas. Pasa lo contrario en este libro. Y eso es muy de agradecer.
Es más, en ocasiones provoca, como debe ocurrir con una buena novela erótica, que la lectura se haga morbosa y levante las pasiones voyeur que, quizás todos, escondemos en algún rinconcito de nuestra mente.
Pero hay más en este libro. Por un lado, se trata de la crónica de una mujer en busca de su libertad, en busca de sí misma o, quizás, tratando de huir de sí misma. Ya lo dijo el bueno de Neruda: «Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y esa, solo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas». Además, se trata de un viaje, a veces infernal, a veces
placentero, en busca del verdadero amor. Por último, es digno de mencionar que Una tentación inevitable genera un extraño efecto hipnótico. La prosa de Ana Beatriz Semola Casado, aunque sencilla y transparente, tiene algo de magnético que consigue atrapar al lector y sumergirle en la lectura, obligándole a devorar sus páginas. Y es que esta novela, aunque centrada en la evolución personal de su protagonista y en las relaciones emocionales y sexuales con sus partenaires, también tiene algo de suspense. De ahí su éxito en conseguir mantener
constantemente la atención del autor. En definitiva, una obra más que recomendable, muy bien redactada, con altas dosis de sano erotismo y con una historia de amor memorable. Eso sí, con un final abierto que
da que pensar… ¿Continuará esta historia?
Jordi Garcia-Petit i Pamies reflexiona sobre la naturaleza de los bombardeos de Gaza y Ucrania en su libro: ‘Ucrania y Gaza, lectura crítica de dos guerras insólitas (Denuncia del bombardeo de ciudades)’
CÍRCULO ROJO.- El doctor en Derecho por la Universidad de Barcelona, Jordi Garcia-Petit i Pamies,...