Título: Depredadores digitales
Fecha de publicación: noviembre de 2021
Autor: Pablo Gámez Cersosimo
Editorial Círculo Rojo
Precio: 25 €
Disponible en Amazon y en librerías
Si consideramos el acceso a Internet un derecho universal, de igual forma lo es conocer la huella de carbono digital que generamos.
De ser un país, la industria digital sería la cuarta nación con mayor polución del planeta. En oriente y occidente, en el último lustro, distintos informes independientes advierten que el consumo energético de nuestro ecosistema digital no es sostenible con respecto al suministro de energía y materiales que requiere.
Se trata de una contaminación ambiental que, al no verla, la relativizamos. Nuestro mundo digital genera una huella de carbono que apenas estamos comprendiendo.
La polución digital seguirá creciendo porque el cuerpo físico de Internet, todas sus industrias —entre ellas la minería, ensamblaje, centros de datos, infraestructura de cables, satélites, basura electrónica, software— y componentes demandan considerables cantidades de energía, además de minerales cuyos procesos de extracción son complejos y contaminantes.
Significa que la industria digital no es carbono neutral. Su cadena de producción está enroscada en la energía fósil: es carbonácea.
La dependencia y sumisión que hemos creado en torno a la industria digital provoca que nos extraviemos en la luz azul que emana de la más preciada de todas nuestras deidades: la digital. La singularidad que nos otorga —adictiva— nos lleva a un momento decisivo en nuestra evolución.
A raíz de la COVID-19, la aceleración digital ocupa un lugar prioritario en la agenda de países, industrias, sociedades y gobiernos. Pero su interacción con los temas de impacto energético y cambio climático es soslayado. En el peor de los casos, es silenciado por los distintos actores que intervienen en la cadena que configura la industria digital.
Reducir y fiscalizar la huella de carbono digital requiere volver a la capacidad del pensamiento crítico para cuestionar la utilidad de nuestros comportamientos relacionados con la compra, consumo de objetos y servicios digitales. Además de acordar una metodología universal que arroje claridad sobre la realidad de una huella de carbono creciente.
En este contexto, la sobriedad digital surge como una posible respuesta.
Sobre la novela:
Con “Depredadores digitales” estamos ante una obra pionera y necesaria en esta era de comunicaciones e información que, siendo tan inmensa, apenas logramos a entender una mínima parte.
El autor, Pablo Gámez, expone de una manera sumamente detallada y accesible, no solo un punto de vista analítico de una realidad que parece estar oculta a nuestros ojos, sino que desgrana aquello que creemos inexistente. Pues nos encontramos analizando elementos que, a simple vista, como usuarios de a pie, no vemos. Por eso, muchos de los lectores de esta obra se llevarán las manos a la cabeza al avanzar por cada uno de los puntos de la introducción que nos expone Gámez. Y es que, no se encontrarán una obra común: con este ensayo sobre la huella de carbono que produce la era digital, conoceremos al detalle hasta el engranaje más minúsculo de una trama escandalosa sobre contaminación a nivel mundial.
«(…) las nuevas tecnologías de la información tienen un elevado impacto ecológico que no se percibe a primera vista. La digitalización implica todo un conjunto de infraestructuras ligadas al ámbito de lo digital, dispositivos electrónicos que también emplean energía en su funcionamiento, pero, sobre todo, en su fabricación, distribución, etc.»
Seguro que la mayoría de los usuarios de las tecnologías no tienen la ligera sospecha de lo que le cuesta al planeta que vivan conectados a sus ordenadores de mesa o a sus teléfonos móviles (por poner algunos ejemplos). Como autómatas, nos limitamos a seguir el avance frenético de un mundo que no se detiene a reflexionar sobre lo que está mal o lo que está bien. Siempre y cuando se obtengan beneficios recíprocos (entre compañías y usuarios), ¿qué puede salir mal? Pues el avance de un mal que solo nosotros estamos provocando con nuestro consumo frenético: las cantidades de agua que se consumen a diario para los controles de datos de internet, la controversia de las tecnologías 5G, la quema de antenas… En definitiva, nos creemos invencibles ocultos tras un muro al que hemos separado de la vorágine tecnológica, para no ver una realidad que tiene enormes y devastadores costos. Nadie nos enseña a valorar el privilegio que la tecnología nos otorga, somos muchos los que derrochamos con la compra masiva de productos tecnológicos, por el simple hecho de seguir subidos en la ola del cambio, la novedad y el avance. Para no quedarnos atrás en las pasajeras de modas masivas: como conseguir el nuevo modelo actualizado de dispositivo móvil, tener una variedad enorme de ordenadores de un tamaño distinto, o consumir espacio innecesario en las bases de datos de almacenamiento. A colación de este último tema, Gámez nos expone la realidad de Países Bajos, que se consolidó a nivel mundial como uno de los principales territorios de nidos de centros de datos.
«El estudio, realizado por el grupo ambiental Greenpeace y la Universidad de Energía Eléctrica del Norte de China, contempla que el aumento del consumo de energía de los centros de datos de Internet generará mayores emisiones de dióxido de carbono (CO2) que las centrales eléctricas de carbón del país.»
Y es que, se resalta como, a raíz de la última pandemia mundial, el ser humano ha sido un poco más consciente de lo conectado que está con el hogar que lo acoge: estamos vinculados a la naturaleza, y de ella recibimos todo aquello que arrojamos, siendo conscientes o no.
«¿Cuál es la “salsa secreta” para crear un clima de inversión amigable con lo digital?»
En muchos de los informes o estudios que se detallan a lo largo de sus más de quinientas páginas de información, Pablo Gámez nos responde a preguntas como la anterior con conceptos tan simples como certeros, apoyando las palabras de su ensayo con fuentes verídicas y citas que completan y enriquecen todavía más cada uno de los puntos expuestos.
Para resumir:
Un ensayo fascinante, que nos habla de una realidad que va de la mano de los avances tecnológicos, con el que no solo aprenderemos sobre términos como el edge computing, cuáles son las webs más contaminantes, qué es y cómo de importante resulta la brecha digital, así como la contaminación que provocan plataformas de contenido como Netflix, con la que millones de usuarios se entretienen día a día.
Es de agradecer que, con tan detallado contenido, este venga ordenado en un índice al final de la obra, para ayudar al lector a situarse, profundizar más sobre un tema, y navegar con más soltura por la información. Como ya se ha mencionado con anterioridad, el ensayo se extiende más allá de las quinientas páginas, en las que se conjugan los comentarios del autor con fragmentos de citas en los que apoya sus argumentos.
No es una lectura ligera, pero debería ser obligatoria para cualquier consumidor digital.
Sobre el autor:
Pablo Gámez Cersosimo (Costa Rica, 1972) es periodista de investigación, consultor y coach. Su área de especialización abarca la polución y sostenibilidad digital, el comportamiento humano en línea, ética y bienestar digital de las sociedades. A través de Naturallydigital.org (www.naturallydigital.org) en Países Bajos, trabaja en Europa y América Latina para distintas organizaciones, gobiernos, institutos y ONG.Durante más de quince años, fue editor en jefe para los informativos de Radio Nederland Internacional dirigidos a América Latina, en Hilversum, Países Bajos. También trabajó como editor en jefe y manager de proyectos en la ONG RNW-Media. Desde 1998, contribuye regularmente con distintos medios de comunicación europeos y latinoamericanos.