En las noches más oscuras, cuando el vasto universo parece susurrar secretos que nuestra mente apenas puede desentrañar, es cuando el alma se sumerge en las preguntas más trascendentales. Así es como Miguel Aguayo Sevilla nos invita a adentrarnos en su obra, El idioma de las estrellas, publicada por la editorial Círculo Rojo, una extraordinaria colección de relatos con mucho de filosófico que, además de entretener, invitan a la reflexión, sobre todo en torno a la condición humana en sus más profundas capas psicológicas y existenciales.
Por supuesto, no es mi intención desvelar en exceso nada de lo que podrán leer los lectores interesados que se hagan con esta obra, pero sí que me gustaría ofrecer un breve resumen de los once relatos para que se puedan hacer una idea de qué tratan.
El relato con el que se inicia esta antología, Soidade, ya deja claras las intenciones reflexivas del autor, al centrarse en algunos temas tan trascendentales como la soledad, la melancolía o el paso del tiempo. Cuenta la historia de un hombre envejecido, gris y taciturno, el señor Pater, que vive sumido en una profunda angustia existencial desde la muerte de su esposa, Adiona, con la que había vivido toda su vida y con la que no pudo tener hijos, lo que le afectó especialmente a ella. De hecho, cuando los estragos de la edad acabaron con su memoria, ella solo podía recordar el nombre del hijo que nunca tuvo: Lucio. Pero un buen día, el señor Pater se topó con un misterioso niño huérfano que, curiosamente, se llamaba también Lucio…
El segundo, Lágrimas de hambre, es una inquietante narración que gira en torno a Carlos, un hombre atrapado en la desesperación y en los recuerdos persistentes de un terrible pasado que le dejó atrapado de por vida; un pasado marcado, en un primer momento, por el acaso escolar que padeció y, sobre todo, por algo terrible que le sucedió durante un viaje a Groenlandia con Alejandro, su amigo, la persona que le ayudó en su infancia…
Jakinmin, el tercer relato, contiene una apabullante y magistral carga filosófica centrada en las reflexiones que la protagonista, Jakinmin, se plantea mientras contempla el cosmos desde la ventana de su cuarto y evoca el recuerdo de su padre, con el que mantuvo numerosas charlas sobre los temas que le inquietaban, los mismos que ahora se repetía una y otra vez: desde la eterna cuestión existencial a lo que realmente somos respecto a la inmensidad del cosmos, o la cuestión que más le intrigaba: ¿existe la magia, entendida esta de una forma muy amplia?
El cuarto, Suspiros cruciales —uno de los que más me ha gustado—, es una profunda reflexión que el protagonista realiza sobre su devenir existencial, una reflexión articulada en tres momentos clave, tres suspiros: el que lanzó cuando debió abandonar su sueño de estudiar y dedicarse a la ciencia; el relacionado con Valentina, una mujer que le devolvió la esperanza y le generó ansias de libertad y de lucha, a la que tuvo que renunciar, como en el caso anterior, por imposición familiar; y el tercero, que lanza en su lecho de muerte, mirando hacia atrás e invitando al lector a no dejar pasar los trenes que la vida ponga a su alcance…
Eterno, el siguiente relato, expone un curioso drama imposible: la historia de un hombre inmortal, presente desde que el hombre se hizo hombre, y las consecuencias que eso genera en él, desde la soledad y el dolor por la perdida de los seres queridos, hasta la desgana y el desaprecio ante los placeres de la carne y el alma, o la eterna pregunta de por qué ha sido dotado con esa bendición/maldición.
El sexto, Sueños de otoño, es un precioso cuento mediante el que el autor reflexiona sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza. Para ello narra, con un tono mítico y simbólico, la historia de una antigua civilización no humana, los Hárbudes, que vivieron durante milenios en armonía con el medio, pero que, con el tiempo, como nosotros, cegados por la avaricia y la codicia, acabaron destruyendo la tierra y asumiendo un trágico —y poético— destino.
1933 es un interesante cuento que narra la evolución vital de un joven que vive el auge del nazismo en la Alemania de entreguerras. Sus circunstancias existenciales le llevan a acoger con agrado las irracionales ideas de los nazis, lo que le lleva a enfrentarse a su hermana, que viene a representar la voz de la razón y la moral. Se trata de una dura propuesta sobre la perdida de la inocencia y el peligro de la atractiva sinrazón.
El octavo, Los infortunios de Keno, está compuesto a su vez por tres historias relacionadas entre sí por la «lotería de Keno», un enigmático sorteo que concedía los deseos, pero a un precio muy caro, precio que los protagonistas de los relatillos pagan, y de qué manera. La moraleja, como en la historia de Fausto, es que las soluciones mágicas, aceptadas cuando la desesperación es profunda, no suelen salir bien…
El idioma de las estrellas, el novelo relato, que da título al libro, es un historia de ciencia ficción en la que la humanidad se ve obligada a buscar un nuevo planeta en el que habitar. Los protagonistas, Niba y Haziel, son los dos elegidos, tras un largo proceso, para llevar la humanidad a otro lugar, una suerte de Adán y Eva futuristas en busca de un nuevo Edén…
El décimo, Eleftheria, cuenta la historia de Daniel, un hombre acusado de matar a un niño de tres años, y se articula en una serie de conversaciones con Pau, su psiquiatra, que intenta comprender qué le llevó a cometer aquel horrendo crimen. Pero todo se complica cuando conoce quién dice ser realmente Daniel… tanto que hasta su propio concepto de la realidad termina poniéndose en entredicho.
Y el último, La creación de un Dios, es una distopía maravillosa que gira en torno a una inteligencia artificial llamada Sophía que termina convirtiéndose en una suerte de divinidad que contrala el devenir del ser humano. La historia la narra uno de los ingenieros que ayudó a crearle, Victor Mirren, que advierte de los peligros de esa tecnología, peligros que al final se acaban convirtiendo en una realidad.
Desde un punto de vista puramente literario, Miguel Aguayo Sevilla, desarrolla una prosa sobria, precisa, rica en vocabulario, con la que construye las trabajadísimas atmosferas de todos sus cuentos, angustiosas casi siempre, logrando que desde los primeros párrafos el lector quede totalmente atrapado, a lo que ayuda tanto el diseño de sus complejos y poliédricos personajes, dotados con vastos mundos interiores, como la descripción de los contextos en los que se desarrollan las tramas.
Pero donde más brilla el autor es en su capacidad para proponer y plantear reflexiones a sus lectores, a veces de forma explícita, a veces por las propias historias que cuenta. Los temas que trata son amplísimos y más que interesantes: la naturaleza humana, la moral, la gestión de las emociones, la nostalgia, la soledad, el desamparo, la culpa, el control; pero también la lucha por la libertad, las malas decisiones y sus consecuencias, el sacrificio, el amor; o temas más universales, como el destino, el paso del tiempo, el sentido de la vida, el libre albedrío o los potenciales problemas del avance tecnológico.
En definitiva, El idioma de las estrellas es una extraordinaria antología de relatos de ficción que hará las delicias de todos aquellos lectores aficionados a la ciencia ficción especulativa, a las narrativas existencias y a las reflexiones sobre lo humano, demasiado humano.