Sin duda, el tema más tratado por la ciencia ficción, y el que más reflexiones provoca, es el futuro. El hecho en sí de plantearse cómo será nuestro futuro ya tiene mucho de filosofía y de reflexivo. Y los autores de relatos y novelas de ciencia ficción han explorado esto de mil maneras, ya sea mediante sociedades post-apocalípticas, como la genial novela de Richard Matheson Soy leyenda (1954), o mediante perturbadoras distopías, tipo 1984, del simpar George Orwell, o esta obra que pretendo reseñar a continuación, Hefestia, la última ciudad civilizada, la extraordinaria novela distópica de Carmen Sogo, recientemente publicada por la editorial Círculo Rojo.
La acción de desarrolla en Hefestia, a la que denominan como «la Última Ciudad Civilizada», ya que, al parecer, el resto del planeta esta desértico. No sabemos qué ha pasado para que sea considera así, pero sí que es un lugar terrible. Los pocos humanos que allí viven, en realidad, malviven, dadas las enormes carencias que padecen y el peligro constante al que se enfrenta, peligro que proviene, precisamente, de ellos mismos. La comida brilla por su ausencia, y muchos deben recurrir al canibalismo. Sí, hay cierta tecnología, pero decadente y no al alcance de todos. Además, el clima es terriblemente frío y apenas queda nada de vida. Eso sí, en una parte de la ciudad, en el Centro, la gente parece vivir mejor…
Kaira, nuestra primera protagonista, descubre que está embarazada, pero no sabe por qué ni de quién; cree que alguien le drogó y le violó —algo habitual, por desgracia, en Hefestia—, pero, tras ir al médico, se entera de que aún tiene el himen intacto… Está decidida a abortar, pero los abortos están prohibidos en la ciudad… así que tiene que hacerlo de otra manera…
Poco después conocemos a Raquel y Sebas, dos jóvenes que vivían en algo llamado Instituto del Niño y que mantienen una curiosa relación; viven en una parte de la ciudad conocida como La Gloria y forman parte de una pequeña banda. Y a la tía de Keira, que vive con un joven llamado Aley, con el que, sorprendentemente, Keira había soñado en alguna ocasión… Hasta que descubre que en realidad existía…
Y hasta aquí puedo leer. Como comprenderán, no puedo desvelar nada más del contenido de la trama. Solo decir que a estos personajes se irán sumando otros y que, poco a poco, iremos conociendo la realidad de aquella terrible e inhóspita ciudad, hasta llegar al alucinante y maravilloso final… Si quieren saber más, ya saben, tendrán que hacerse con un ejemplar de la novela.
Ante todo, Hefestia, la última ciudad civilizada, es una novela de personajes, tanto por su trama, por su contenido, como por su estructura. Su mundo interior, sus anhelos, sus deseos, sus dramas, sus sueños, sus quebrantos y sus dudas, están perfectamente reflejados. Son personajes ricos, riquísimos, complejos, poliédricos, creíbles y con una interesante historia personal detrás. Así, la perfecta construcción de los personajes, a los que se presenta al principio en tramas separadas que terminan convergiendo, permite al lector empatizar con ellos, ponerse en su lugar, y vivir una extraordinaria experiencia inmersiva, algo esencial en este género literario.
Por supuesto, también tienen mucha importancia los lugares por los que se desarrollan las diferentes tramas, perfecta y ricamente descritos por la autora, que consigue de este modo que sea más auténtica la experiencia inmersiva de la que antes hablábamos, esencial para entender el drama existencial en el que viven los habitantes de Hefestia, así como sus inquietudes y su particular búsqueda…
Por otro lado, también merece la pena destacar el talento que muestra la autora a la hora de generar el necesario suspense, característico de una obra de este tipo. Lo hace, claro está, dosificando la información y soltando pequeñas pinceladas que invitan al lector a seguir leyendo para descubrir y solucionar los interrogantes que genera la narración. Así, por ejemplo, desde el primer momento el lector ansia saber qué ha pasado para que Hefestia sea la última ciudad civilizada. Además, dado que cada uno de los personajes principales lleva su propio camino, la autora, del mismo modo, consigue que el lector empatice y no pueda parar de leer hasta ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Sin duda, la sensación de suspense e intriga se ve fortalecida por la ya citada experiencia inmersiva que se genera desde la primera página.
Por último, Hefestia, la última ciudad civilizada, además de contar una trama excelente, entretenida y muy adictiva, invita al potencial lector a reflexionar sobre un sinfín de temas que aparecen de forma más o menos explícita. La idea esencial, a mi entender, gira en torno a lo privilegiados que somos los que tenemos la suerte de vivir de forma más o menos cómoda en Occidente, tanto si nos comparamos con los menos favorecidos como si lo hacemos con la situación vital de gran parte de la humanidad del resto del mundo. ¿Vivimos en un mundo feliz? Está claro que no, por lo menos no toda la humanidad. Así pues, muchas de las ideas que presenta Carmen Sogo están presentes en nuestra sociedad actual: el consumo exacerbado, el bienestar ridículo basado en la acumulación de más y más objetos pseudoplacenteros, íntimamente relacionado con el modo en que ignoramos, o queremos ignorar, de dónde proceden muchas de esas cosas que consumimos; la destrucción de la moral y de la empatía, sustituidas por la avaricia y el individualismo; la existencia de una sociedad que tiende a la psicopatía y a alienación de los individuos… Esto es lo maravilloso de las ficciones distópicas, que permiten replantearnos y analizar críticamente nuestra propia forma de vivir y la sociedad que nos rodea.
Por otro lado, también están muy presentes algunas ideas claramente existencialistas, como el drama de la soledad, la angustia de tener que buscarse la vida día tras día, la ausencia de futuro, la importancia de contar con familiares y amigos, o de empatizar con el otro y relativizar el drama propio…
En resumidas cuentas, una novela magistral, dura, descorazonadora, pero con cierta esperanza, pese a todo. Absolutamente recomendable. No se arrepentirán de leerla.