A veces pasa. No mucho, pero pasa. A veces pasa que un libro te remueve por completo y te lleva a vivir sensaciones y emociones tremendas. Sucede con obras de cualquier género, desde la ciencia ficción a la novela negra, pero suele pasar especialmente con las historias dramáticas realistas, ya que nos ponen delante de nuestros ojos determinadas realidad que no siempre conocemos, o, al menos, que no conocemos bien. Eso, exactamente, es lo que me pasó desde que leí la primera página de esta extraordinaria novela de la escritora Bárbara Darder, Inés dice, publicada recientemente por Editorial Círculo Rojo, una desgarradora historia humana, demasiado humana, que conmueve y emociona tanto como duele.
La novela comienza introduciendo a Teresa, una mujer herida emocionalmente, absorbida por su trabajo, madre de Inés, de la que, por un motivo que aún no conocemos, se ha distanciado. Raquel, su amiga, le invita a que escriba su experiencia para ver si esto le puede servir de catarsis.
Inés es hija de Teresa y de Armando, un profesor del que se quedó embarazada y con el que terminó casándose y, años después, divorciándose. Desde hace seis meses está en una residencia, y esto, como es normal, provocó que su madre se hundiese, pese a contar con el apoyo de Juan, su pareja. ¿El motivo? Inés sufrió una anoxia al nacer. Entre otras cosas, desarrolló epilepsia, una cierta discapacidad intelectual y escoliosis, una desviación aguda de la columna que le provocaba una asimetría entre la parte izquierda y derecha del cuerpo.
Teresa se centró en su hija, convirtiéndose, de alguna manera, en un apéndice suyo, sin derecho a una vida propia. Además, Armando, el padre, un tipo machista y desagradable, no se mostró nada comprensivo ni colaborador. Al contrario. No tenía el más mínimo interés en que tuviese una correcta educación, dando por hecho que no había nada que hacer y tratándola como una eterna niña pequeña. A partir de ese momento, y mediante una complicada estructura, en la que la autora juega continuamente con el tiempo, construyendo la trama mediante constantes saltos temporales, vamos conociendo en detalle la historia de Teresa e Inés, historia que, por supuesto, no pienso desvelar, al menos no más de lo estrictamente necesario. Si quieren saber más, tendrán que leer Inés dice, no se arrepentirán.
Además de estar escrita con una prosa sencilla, pero brillante y contundente, Inés dice destaca por el impresionante trabajo de creación de los personajes. En especial, Teresa, la madre de Inés, perfectamente construida, con un mundo interno complejo y poliédrico. En la novela le vemos pasar de la desolación al conocer los hándicaps de su hija y el sentimiento de fracaso subsiguiente, a la esperanza en conseguir, con las herramientas adecuadas y duro trabajo, que fuese lo más independiente posible; y a una nueva desolación cuando se ve obligada a ingresarla en una residencia, debido a sus cada vez más frecuentes ataques violentos. Pero el drama de Teresa no es solo este: la autora se preocupa en mostrar la pesadilla constante que vive Teresa con su ex, el padre de Inés, un maltratador violento y terrible que le robó la vida y le anuló por completo, subyugándole por completo y anulándole, hasta que decidió divorciarse de él. Pero claro, esto tiene consecuencias para la joven Inés…
Sin duda, uno de los aspectos más destacables de la novela es su contundente forma de explicar lo difícil que es la vida para una persona con diversidad funcional. Cualquier lector, por poco empático que sea, gracias a la habilidad descriptiva y narrativa de la autora, podrá ponerse en el lugar de Teresa y entender sus motivaciones, su dolor, su esperanza, su ansiedad y su drama.
De ahí también la importancia que una correcta educación tiene para que estas personas consigan ser, en la medida de lo posible independientes; algo que, de camino, contribuye al bienestar y a la tranquilidad de sus familiares. Piensen, por ejemplo, en lo complicadas que deben ser las relaciones amorosas y sexuales, y más cuando las dos partes de la pareja tienen diversidad funcional. En un momento de la novela, por ejemplo, una madre explica que tiene que masturbar a su hijo porque él no puede, dado que esto le calma mucho… En el caso de Inés, sin destripar demasiado la trama, esta tiene una relación con un joven violento y agresivo llamado Jaime, del que está enamorada. Teresa, preocupada, decide que lo mejor, para evitar embarazos, era que se le hiciese una ligadura de trompas; pero Inés no quería… quería ser madre. Imaginen lo terrible que debe ser gestionar esto.
Pero también hace hincapié Bárbara Darder en lo difícil que es vivir y relacionarse en un mundo cambiante y voluble cuando uno vive especialmente aferrado a las rutinas inquebrantables, como sucede con Inés. «Lo sabes, mamá, no me gustan los cambios». O lo complicado que resulta trabajar para tener una cierta independencia económica, y eso sin hablar de lo difícil que les resulta gestionar sus emociones y apetencias.
Así, a la vez que la novela desarrolla de una manera brillante y conmovedora la complicada historia de Inés y su madre, ofreciendo un buen número de lecturas alternativas que pueden ayudar al lector a formarse una idea de lo complicado que resultar vivir con una persona con diversidad funcional, y lo difícil que es para estas personas vivir en un mundo tan extraño y complejo como el nuestro, expone de forma brutal cómo funcionan los malos tratos psicológicos, tan habituales como poco aceptados socialmente todavía.
En resumidas cuentas, una obra dura, durísima, pero muy necesaria y enriquecedora. Una experiencia literaria que merece la pena vivir, aunque duela.