A veces pasa. Supongo que pasa con cualquier actividad humana. El criterio de un lector empedernido o de un reseñista, como el paladar de un buen sumiller se va perfeccionando con la práctica. El problema de es que queda poco espacio para la sorpresa. No es raro. Se publican tantos libros, y leemos tantos —yo al menos— que, aunque muchos sean buenos, cuesta encontrar algo que realmente active esa misteriosa sensación —tan maravillosa y única— que se produce cuando, por sorpresa, una obra, desde sus primeras páginas, nos atrapa y nos conduce sin remedio a leer ininterrumpidamente hasta saber cómo termina. Pasa poco, pero pasa. Y eso me ha pasado con La Amenaza de Orquídea, esta extraordinaria novela de Jaume Cortés Boada, publicada recientemente por Editorial Círculo Rojo.
Por supuesto, no es mi intención desvelar nada realmente trascendental de esta trama, más allá de lo que uno pueda saber leyendo la sinopsis o los primeros capítulos… Crímenes sin resolver, conspiraciones subterráneas, mafiosos, policías corruptos, historias de amor complicadas y una extraordinario personaje protagonista. Les cuento brevemente:
Katia Vasiliev, finlandesa y marchante de arte, afincada en Barcelona, estuvo estado casada con un millonario iraní llamado Amir Bahar, que había amasado fortuna vendiéndole petróleo a la CIA, petróleo que salía de los excedentes de su país y que terminaba custodiándose en un lugar secreto del gobierno de Estados Unidos. Bahar murió en extrañas circunstancias. Y Katia, desde entonces, se había convertido, además de en millonaria, en una auténtica depredadora capitalista, adquiriendo, por ejemplo, la naviera Ocean Shipping Company.
Por otro lado, Katia estaba obsesionada con vengar la muerte de su abuelo, Mijael Vasiliev, que había fallecido en un extraño naufragio unos años antes. Estaba convencida de que el responsable era su exsocio, el antiguo dueño de aquella naviera, Giovanni Medici, relacionado además con la Cosa Nostra; y tenía razón.
Por otro lado, el capitán del barco naufragado en el que falleció el abuelo de Katia, el Estrella de Oriente, era Arnau Benavides, el personaje principal de este novela, que perdió a su esposa en aquel terrible suceso. Arnau —al que conocerán los que hayan leído algunas de las novelas anteriores del autor, protagonizadas también por este señor, a las que el autor realiza numerosas referencias— era socio de Giovanni en otra empresa más pequeña (ABB), aunque nunca había estado relacionado con algún negocio oscuro.
Arnau, que mantenía una relación con su asistente, Gertrudis, conoció con cierta profundidad a Katia unos años antes, en una expedición a la Antártida que capitaneó. Esta, significativamente, se había quedado prendada de él; pero este, en cambio, no parece corresponderle. Sin saberlo, Katia ama con fervor a alguien asociado con el hombre al que más odia, Giovanni…
Y hasta aquí puedo leer. En torno a estos personajes (Arnau, Katia y Gionanni) —y a muchos más— se articula una trepidante trama de acción y suspense, y asesinatos, que se ira complicando por momentos. Tanto es así que, incluso, llega a este en peligro en mundo ante un posible apocalipsis nuclear…
Pero hay más en este libro. Por un lado, se trata de la crónica de una persona en busca de su libertad, en busca de sí mismo o, quizás, tratando de huir de sí mismo. Además, se trata de un viaje, a veces infernal, a veces placentero, en el que protagonista acaba convirtiéndose en un mero títere de una serie de fuerzas y personajes que parecen controlar y dirigir sus movimientos.
Se trata, en esencia, de una novela de personajes, y es en ellos donde el autor deposita gran parte de su portentoso talento, como podrán apreciar si leen La amenaza de la orquídea. Son personajes complejos, contradictorios, ricos en matices y en detalles, poliédricos y con muchísimo contenido psicológico. Arnau, el omnipresente protagonista, destaca de forma especial; no en vano, como ya adelanté antes, aparece en otras novelas del autor. En este caso se esfuerza en describir su mundo interior para que comprendamos a la perfección sus motivaciones, sus monstruos y sus deudas pendientes con el mundo. Pero también el antogonista principal, el mafioso empresario Giovanni Medici, esencial en la trama. Es de esos malos terribles y odiosos que, aunque parezca contradictorio, tanto gustan a los lectores, en especial a los de este género de novelas. Y Katia, e Isabella…
Además, la prosa de Jaume Cortés Boada brilla de manera especial en las descripciones de escenarios, ambientes y situaciones, consiguiendo transportar al lector a cada uno de los lugares en los que se desarrolla la acción del libro. Esto, unido a la impresionante caracterización de los personajes, provoca una experiencia inmersiva en el lector. Por supuesto, también ayuda el lenguaje cercano y realista que imprime en los personajes, lo que permite que el lector empatice con los actores de esta novela.
Por último, merece la pena destacar la capacidad del autor para crear el necesario e imprescindible clímax, característica esencial de la novela negra, dosificando la información y creando tramas paralelas; así como la extraordinaria labor de documentación que ha debido desarrollar, labor que se aprecia a la perfección cuando expone en la novela información sobre diversos aspectos relacionados con la economía global, el terrorismo internacional o la geopolítica, o el mundo del hampa, muy presente en esta obra, y muy relacionada con los puntos anteriores.
En definitiva, una obra de suspense trepidante, apasionante y, en ocasiones, perturbadora, ambientada en el turbio mundo los tejemanejes del gran capital en asociación con los estados, con el mundo del crimen organizado y con la corrupción política, policial y judicial.