En cierta ocasión, el dramaturgo Eugène Ionesco escribió lo siguiente: «La libertad de la fantasía no es ninguna huida a la irrealidad; es creación y osadía». Libertad, creación y osadía. Esas tres palabras definen a la perfección la labor imaginativa y creativa de los buenos escritores de ficción, y aunque cuando hablaba de «fantasía» no se refería al género concreto, esas tres palabras también lo describen perfectamente.
Libertad y osadía para romper con la realidad y crear mundos nuevos poblados por seres inventados. Y no sería un escape de la realidad, al menos no solo eso, sino trasladarse
una nueva. Dicho esto —perdonen la pedantería—, aquellas tres palabras también sintetizan lo que, al menos para mí, representa esta obra que pretendo reseñar hoy: La rebelión de
Gabrielli y el poder caído, una maravillosa novela de fantasía del jovencísimo escritor Óscar Agüera (nacido en 2007), recientemente publicada por la editorial Círculo Rojo,
que hará las delicias de todos los amantes de este tipo de obras, grandes y pequeños, en la que se pueden apreciar influencias de algunos de los grandes de este género, aunque
desde un primer momento brilla con luz propia y supone un claro soplo de aire fresco en este mundillo, quizás algo saturado en los últimos años. Lo podrán comprobar en cuanto
lean sus primeras páginas.
Aiden, junto a sus amigos Aren, Michelle, Violet y Ángel, ven sacudidos los cimientos de su existencia cuando algo absolutamente increíble irrumpe en sus vidas: un buen día, mientras se dirigen a casa del primero, se topan con una misteriosa e inquietante niebla. En primer lugar, desaparece Ángel; y unas horas después, en mitad de la noche, en casa de Aiden, sufren la visión de una terrible criatura cuadrúpeda que está junto al desaparecido, que además le índica a Aiden lo que tiene que hacer para acabar con la guerra del poder caído. Aquello parecía una pesadilla, pero no. No lo era. Lo primero que hacen es seguir las instrucciones que Ángel les había dado: van al sótano de su casa, y allí encuentran una enigmática carta escrita por su amigo, en la que
les informa de que allí mismo podrán encontrar unas armas, unas reliquias dimensionales, adaptadas a las capacidades de cada uno de ellos, que les ayudarán a enfrentarse a lo que está por venir. Pero además se encuentran con un curioso personaje que permanecía allí escondido: Judas Iscariote… Consiguen huir con las reliquias dimensionales, pero Judas les persigue con
vehemencia y haciendo gala de sus extraordinarios poderes. Hasta que de pronto, después de que Michelle usase su arma, se teletransportan a varios lugares distintos de
la Tierra.
Este es el comienzo de las alucinantes, maravillosas e increíbles aventuras de este grupo de amigos. Sin esperarlo, acababan de tomar contacto con una realidad que desconocían por completo, una realidad alucinante que guarda estrecha relación con las distintas y tradicionales mitologías y leyendas de todos los pueblos, que no eran más que una reminiscencia de aquel mundo que ahora empezaban a descubrir nuestros protagonistas.
Y hasta aquí puedo leer. Sobra decir que no puedo desvelar nada más de esta apasionante, enérgica y entretenida trama, repleta de fantasía y acción. Si quieren saber más, tendrán que hacerse con un ejemplar. Solo les puedo comentar que la historia, apabullante y muy rápida, conduce a un final alucinante que deja la puerta abierta a que
la trama continúe.
Desde lo estrictamente formal, merece la pena destacar varios aspectos. Por un lado, Óscar desarrolla una prosa sencilla, diáfana y fluida, con un correcto y amplio vocabulario. Por otro, como debe ser en este género, consigue crear una experiencia inmersiva que atrapa al lector, haciendo sienta que realmente está viviendo la historia que se narra junto a los protagonistas. Para conseguirlo, además de cierta capacidad innata, existen ciertas herramientas. Óscar las desarrolla todas a la perfección.
La principal, como es lógico, es la descripción de los ambientes y contextos por los que se desarrolla la trama. Además, es importante construir y describir de la forma más detallada posible a los personajes, tanto en su aspecto físico como en su mundo interior. Nuestro autor lo hace, y al contrario de lo que sucede a veces en algunas obras de este género, sus personajes no son planos ni maniqueos, sino ricos, complejos y muy desarrollados desde una perspectiva psicológica. Óscar se preocupa desde un primer momento por hacernos ver qué piensan y sienten, por mostrar sus conflictos internos y sus contradicciones; de ese modo, no solo los entendemos mejor, sino que comprendemos por qué hacen lo que hacen.
Por otro lado, Óscar Agüera se desenvuelve perfectamente en las escenas de acción, construidas casi siempre mediante coordinadas y yuxtapuestas, consiguiendo así hacer vibrar al lector, y acrecentando esa experiencia inmersiva de la que les hablaba antes. Además, hay que destacar que dota a su compleja historia de toda una mitología, algo muy de agradecer, lo que implica un ingente trabajo previo de lectura por parte del autor, que se manifiesta en la obra. En resumidas cuentas: una grata sorpresa, una hermosa aventura, unos protagonistas
memorables y una novela absolutamente recomendable.