Una buena obra de ficción histórica debe construirse sobre una estructura que permita al autor expresar a la perfección lo que se quiere contar, pero siempre sobre unos andamios concretos y reales. Así, tejiendo la ficción nacida de la imaginación con elementos reales tomados de la historia, nacen las buenas novelas de este género, como es, sin duda, La victoria era esto, la extraordinaria obra de José Manuel Pancorbo recientemente publicada por la editorial Círculo Rojo.
Pero esta novela es mucho más: no se trata solo de contar una historia ficticia, protagonizada por un personaje ficticio, dentro de un contexto real —con personajes reales—, sino que, en este caso, el autor se saca una genialidad de la manga y construye una fascinante ucronía, cambiando de ese modo el curso de la historia de España…
Como es lógico, no es nuestra intención ofrecer el más mínimo spoiler, pero, ya que el autor sí lo comenta en la biografía que aparece en el libro, sí que podemos exponer, aunque sea sutilmente, en qué momento comienza la ucronía.
El protagonista de la obra es Alonso Quiñones García de Paredes, conocido como El Marqués —ya que pertenece a la baja nobleza extremeña—,un ingeniero de caminos idealista, republicano y humanista —lo que le lleva a enfrentarse a su familia—, prometido con una chica socialista, Laura —lo que también le lleva a enfrentarse a su familia—, que termina combatiendo en el bando republicano durante la Guerra Civil.
La narración se articula en torno a la famosa Batalla del Ebro, estando nuestro protagonista en el V cuerpo del Ejército de la República, al mando del famoso teniente coronel Líster. Esta batalla, que terminó con victoria de los sublevados, supuso el principio del fin de la contienda. Pero aquí introduce José Manuel Pancorbo un giro sorprendente, dando paso a la ucronía, al cambiar la historia y hacer que los vencedores en dicha batalla fuesen los republicanos, lo que a su vez termina provocando su victoria en la Guerra Civil, en parte gracias al apoyo de Stalin, y esto lleva a que Hitler…
Hasta aquí puedo leer. Si quieren saber más de esta prodigiosa, compleja y poliédrica trama, no duden en hacerse con un ejemplar de esta brillante novela.
Respecto a la forma, merece la pena destacar algunos puntos: la narración en primera persona, a modo de diario, pero en distintos tiempos: en presente y con constantes flashbacks; la habilidosa manera con la que el autor teje la historia previa de Alonso con el contexto histórico del momento, lo que le permite exponer de una manera sencilla pero diáfana cómo fueron los antecedentes —durante la Segunda República— y los primeros años de la Guerra Civil; la construcción de los diálogos, realista y creíble; la descripción de las escenas bélicas, fidedignas y muy bien relatadas; o, especialmente, la caracterización de los personajes —protagonistas y secundarios—, muy bien perfilados, complejos, con muchos matices y con una profundidad psicológica encomiable, lo que permite que el lector vaya empatizando de forma paulatina con ellos y consiga comprender sus pensamientos, sus intenciones y sus complejidades.
Y todo esto sin olvidar el exquisito y metódico trabajo de documentación y de investigación histórica y literaria que el autor ha tenido que realizar para contextualizar las diferentes tramas de la novela. Además, este arduo trabajo permite al autor aportar numerosas y acertadas referencias históricas que sitúan al lector y le permiten contextualizar adecuadamente la compleja evolución de las diferentes líneas narrativas que se abordan en La victoria era esto.
Además, la obra permite determinadas lecturas que nos conducen a temas de la más acuciante actualidad: la polarización política extrema, en la que no existen gamas de grises y donde las posturas cerradas impiden cualquier tipo de diálogo o empatía entre unos y otros; el cuestionamiento del pilar esencial de la democracia, la soberanía popular —muy bien representado en un diálogo que Laura y Alonso mantienen, en el que ella le dice, literalmente, que «en ocasiones, pueblo no es consciente de lo que le conviene, y vota sin libertad y con miedo», algo que, en estos tiempos convulsos se escucha y se lee bastante a menudo, también por unos y otros—; o el ya endémico tema de la memoria histórica, usado por unos y otros, más con fines electoralistas que otra cosa, y que, aunque con la sana intención de resarcir a las víctimas que han quedado en el olvido y de condenar determinadas barbaridades de la dictadura franquista, ha protagonizado bochornosos episodios de revisionismo y presentismo histórico.
En resumidas cuentas, y ya concluyendo, se puede afirmar sin ninguna duda que La victoria era esto es una grata sorpresa y todo un soplo de aire fresco en la narrativa histórica española contemporánea. Estamos ante una obra brillante, tanto por la forma como por el contenido. Una obra que no dejará indiferente al lector que se atreva a apostar por ella y que nos permitirá conocer un poco mejor la historia reciente de nuestro país, algo que siempre es de agradecer. Además, es todo un canto a la libertad. Pero eso solo lo entenderán si deciden sumergirse en sus páginas.
Absolutamente recomendable.