Uno de los subgéneros de la ciencia ficción más interesantes es el de las historias postapocalípticas, debido a las posibilidades narrativas que permite desarrollar y, especialmente, a que, de alguna manera u otra, a los lectores les suelen gustar este tipo de tramas. ¿Por qué? Supongo que responde a algún tipo de miedo atávico que todos llevamos de serie en nuestro subconsciente. Nos fascina ver cómo viven y/o sobreviven nuestros congéneres en situaciones tan extremas como las que se suelen plantear en este tipo de obras, ya sean literarias o cinematográficas. Por un lado, como sucede con el genero de terror, nos da miedo que algo así suceda, pero a la vez nos atrae y nos genera curiosidad. Además, desde la perspectiva del escritor, este tipo de narrativas permiten jugar con los personajes, desarrollar interesantes y trepidantes aventuras y, lo que es más interesante, aunque no pueda ni deba separarse de lo anterior, exponer determinadas reflexiones más o menos veladas sobre el ser humano y su comportamiento en situaciones límite.
Todo esto lo podemos encontrar en la brillante novela Resurgir del escritor Jaime Jimeno García, recientemente publicada por la editorial Círculo Rojo.
Por supuesto, no es mi intención desvelar en exceso el contenido de la obra, así que me limitaré a ofrecer una leves pinceladas de sus distintas líneas argumentales, que siguen, durante gran parte de la obra, a diferentes personas que han conseguido sobrevivir a una catástrofe global que ha mermado sobremanera la población mundial, especialmente la del hemisferio norte, y que, a pesar de ello, deben continuar luchando para vivir en un planeta casi en total oscuridad por la nube del polvo y ceniza que cubre la atmósfera, lo que a su vez provoca un frío polar que, además de acabar con muchos de los supervivientes, termina con la mayoría de las especies animales y vegetales.
La obra se centra en varios grupos de personas de distintos lugares del oeste de Francia, Suiza y el norte de Italia que van rumbo a Marsella, de donde proviene una transmisión de radio de alguien que asegura poder dar cobijo a los supervivientes. Así, por un lado, tenemos a Tess, una ingeniera aeronáutica; a Max, Andy y June, que llevaban 18 meses refugiados en un antiguo búnker construido por los nazis en los Alpes suizos; y a Noah Schmid, el presidente de Suiza, que consigue salvarse milagrosamente y refugiarse junto a Melissa, su jefa de seguridad. Y, por otro lado, a Mikhail Petrov, un astronauta ruso a bordo de la Estación Espacial Internacional, en completa soledad desde que después del evento falleciesen sus dos compañeros. Petrov, tras dos años allí, decide regresar a la Tierra a bordo de una nave Soyuz. Lo hace, y aterriza en el norte de Italia…
Al introducir esta última historia conocemos que la catástrofe tuvo lugar en el verano de 2024 y que fue provocada por una tormenta solar extraordinaria a la que siguió, unos siete meses después, el impacto de un enorme meteorito que destruyó gran parte gran parte del planeta. Además, generó una nube de humo y ceniza que volvió la atmósfera irrespirable y que impedía que penetrase la luz solar.
Y hasta aquí puedo leer. A partir de este punto, las diferentes líneas argumentales y los distintos personajes —los citados y algunos más— irán convergiendo hasta un desenlace que, sin duda, hace honor al título de la obra.
En primer lugar, merece la pena destacar el tono realista que Jaime Jimeno impone desde el primer momento, con la clara intención de hacer partícipe al lector de las aventuras y desventuras de los protagonistas y, lo que es más importante, provocar una experiencia inmersiva y empática.
Este tono realista de la novela implica que, como suele ser habitual en el género, se muestren los extremos del ser humano cuando se enfrenta a circunstancias tan terribles como las que aquí se narran, desde la empatía y la generosidad de unos al egoísmo y la crueldad de otros. Evidentemente, en este aspecto Resurgir guarda mucho en común con otras obras del género, como La Carretera, de Cormac McCarthy, o La posibilidad de una isla, del ínclito Michel Houellebecq; o, especialmente, con la extraordinaria serie de televisión francesa El colapso (L’Effondrement). Todas estas obras, además de contar una historia de supervivencia y aventuras, ofrecen interesantes ideas sobre el comportamiento humano en este tipo de circunstancias terribles.
Otro aspecto importante es la capacidad del autor para generar suspense, como evidencia, por ejemplo, el hecho de que, aunque poco a poco el lector consigue intuir qué ha pasado, no se explica desde el primer momento la causa, o las causas, de la devastación en la Tierra. Además, consigue que el lector viva en primera persona y con la misma ansiedad la lucha por la supervivencia de los protagonistas, y que devore la novela con ansia para averiguar cómo terminan sus historias.
Desde una perspectiva puramente literaria, hay que destacar la capacidad del autor para construir y describir los personajes que deambulan por la trama. Se trata de personajes complejos, con una historia personal previa, bien definidos emocional y psicológicamente. Esto, junto a su capacidad para describir los distintos contextos en los que se desarrollan las tramas y los bien construidos diálogos, contribuye a crear la experiencia inmersiva de la que les hablaba antes.
En resumidas cuentas, se trata de una novela coral, realista y creíble, excelentemente narrada, con un ritmo trepidante y con algunas lecturas interesantes, especialmente en un contexto como el que hemos vivido recientemente con la pandemia de la covid-19.
Muy muy recomendable.