Siguiendo con la línea marcada en su anterior obra, Vivir sin conflicto (Editorial Círculo Rojo, septiembre 2018), Sri Agha se plantea en este nuevo libro cómo desarrollar lazos entre las personas en un mundo que parece irremediablemente condenado al conflicto, al caos y al individualismo.
Como sabrán los que hayan leído su anterior propuesta, todo gira en torno al conflicto: al conflicto con el otro, con el «demás», y, sobre todo, al conflicto con nosotros mismos. Esta nueva aventura, aunque toma como punto de partida la anterior, desplaza su foco de atención hacia otro de los grandes problemas de este mundo de solos y solas en el que vivimos. «Parece que el otro ha dejado de ser un compañero fiable de camino para convertirse en un probable enemigo a la puerta». Ese es el drama, porque este autoaislamiento preventivo lleva, en la mayoría de los casos, al rencor, y, de nuevo, como si de un agujero negro que lo absorbe todo se tratase, al dichoso y sempiterno conflicto.
La clave está, defiende en Amar sin conflicto, en eliminar el odio, «la versión psicopatológica del amor». Y, en esta ocasión, del mismo modo que en su obra anterior todo giraba en torno a la parábola de Adán y Eva y la expulsión del Paraíso, ahora gira en torno a otros pasajes bíblicos, como aquel que narraba la historia de los hijos de aquellos, Caín y Abel, paradigma perfecto del odio ancestral y primigenio… y de la bondad. Ambos, para Sri Agha, representan «simbólicamente los frutos del pensamiento» que invade al ser humano que ha olvidado el sentir y se ha dejado seducir por los cantos de sirena de la razón. Si en su obra anterior proponía como solución «darse cuenta» de que somos, como forma de exaltar la consciencia de lo que somos realmente, ahora, continuando esa senda, nos propone romper esa dualidad para acabar con el odio, el padre eterno del conflicto que nos separa a unos de otros.
Pero la reflexión va más allá, centrándose, por ejemplo, en cómo y por qué nos relacionamos con quien nos relacionamos o, lo que es casi que más interesante, cómo y por qué no nos relacionamos con los que no nos relacionamos. Esa tendencia a unirse con los «iguales» tiene consecuencias sociales: se crean bandos, en ocasiones, antagónicos. Esto, piensa Agha, se soluciona amando, es decir, rompiendo esa separación, comprendiendo al otro, sea quien sea, como otro yo, distinto pero semejante. Y es que, queramos o no, como buenos animales sociales, necesitamos a los demás. De ahí la tremenda importancia que da al necesario esfuerzo de comprender al otro, de ponerse en sus zapatos, de empatizar. Así, y solo así, podremos ver en el otro a nosotros mismos. Somos ellos.
«El amor es conciencia, atención mantenida en el otro; el amor es “darse cuenta” del otro, de lo sucedido, sin miedo ni identificación con el hecho, el pensamiento, el suceso o su proyección futura. Lo contrario al “darse cuenta” es huir». Y a eso, a huir, es a lo que conduce el odio. Huir del otro, de los otros, de los demás; huir y tomar la senda del solitario que vive solo consigo mismo, lleno de odio y de «pensar». Alguien podría pensar que igual esa es la opción, que es mejor alejarse del mundanal ruido y bendecir el silencio. Algunas tradiciones religiosas lo defienden, y quizás funcione para alguno, pero no mientras se use como una forma de escape, una forma de dejar de responsabilizarse de uno mismo y de los demás. Además, el silencio no elimina al odio, como mucho lo silencia, pero sigue ahí.
El amor es la respuesta. Pero el amor entendido como el bálsamo contra el conflicto y la división. El amor es la exaltación de la consciencia de ser, pero el amor del que habla Sri Agha, no el amor del que solo quiere compañía para llenar un vacío que nunca se llena. No se trata de poseer al otro por amor, sino justo lo contrario. No puede depender de los demás el amor. El amor es una acción, es amar, y no dependencia. No podemos engancharnos a los demás porque eso no es amar, ni podemos permitir que los demás se enganchen a nosotros. Eso no es amar… Sí, es lioso. El autor, por supuesto, lo explica mucho mejor que yo. Y es que Amar sin conflicto, aunque también contiene una dosis alta de erudición y de reflexión filosófica, es un libro para todo el mundo, o debería serlo. A veces se hace árido, pero nadie ha dicho que fuera a ser fácil. Es el precio a pagar por enfrentarnos a nosotros mismos en el espejo. El resultado, el premio, merece la pena.
Biografía.
Filósofo. Teólogo. Escritor. Conferenciante. Consultor. Sri Agha ha sido profesor de universidad y ha impartido multitud de cursos de formación para profesores de primaria y secundaria en la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Fue bautizado con el pseudónimo de AGHA por su hermano, un niño de cuarenta años que apenas habla y con una discapacidad severa del 95%. Actualmente trabaja con personas desfavorecidas en una de las barriadas más pobres y conflictivas de Madrid. Y también recibe a cientos de personas al año que se acercan hasta él solicitando ayuda y asesoramiento en temas diversos y variados. Experto conocedor del alma humana y de las luchas internas que esta mantiene, nos ofrece en este libro una visión particular sobre el amor y el odio. Sri Agha es un referente excepcional en el entendimiento del ser humano. Su penetrante visión avalada por las muchas personas que hasta él se acercan y le escuchan, por su trayectoria humana y profesional y por su claridad y sencillez a la hora de explicar los temas más difíciles y complicados, hacen de este segundo ensayo suyo una propuesta realmente apasionante. Después de leer estas páginas, tu forma de entender el amor cambiará para siempre.