Decía el gran Oscar Wilde que «cada uno somos nuestro propio demonio y hacemos de este mundo nuestro infierno». Cuánta razón tenía. Nos hacemos nuestros propios infiernos de realidad, negándonos a ver, a veces, que nuestra zona de confort, nuestra pareja o nuestros amigos no son cómo pensamos que son, lo que nos conduce, inexorablemente, a la decepción, la frustración y la dejadez existencial. Sí, no todo lo que nos rodea depende de nosotros, pero sí que labor nuestra sopesar cómo actuamos con los demás y cómo afrontamos los vaivenes y los envites de la vida. De todo esto, y de mucho más, habla Trece llamadas, una novela contemporánea y profundamente erótica escrita por la autora barcelonesa Kate C. Apricot y recientemente publicada por la Editorial Círculo Rojo.
Trece llamadas presenta una historia complicada, humana y desnuda. Cuenta la historia de Olivia, una mujer que, tras diez años viviendo y padeciendo un matrimonio apático y decadente, conoce a una persona que provocará en ella un auténtico terremoto emocional y carnal: Bruno Dall´Acqua, un apuesto y enigmático arquitecto italiano que le hará redescubrir su sexualidad y su propio concepto de amor, y le llevará de la mano a romper con sus tabús y con sus prisiones internas y externas.
Así, como primer punto, merece la pena destacar que, a diferencia de otras novelas del género —explotado hasta la saciedad en los últimos años—, los personajes no son maniqueos ni planos, sino que, al contrario, son complejos y poliédricos, y evolucionan conforme se van desarrollando las tramas; especialmente Olivia, nuestra heroína, que tras ahogarse cada día más en su particular infierno de realidad, gracias a la aparición de Bruno, comienza a crecer a transformarse en la mujer que siempre había sido, antes de que fuese aplastada por la vida… y por los secretos.
Por supuesto, Trece llamadas tiene escenas de sexo, escenas que están magistralmente escritas y que, aunque son lo necesariamente explícitas que deben ser este tipo de escenas en este tipo de novelas, nunca caen en lo soez, ni, lo que es más importante, en los topicazos del género —algo realmente difícil—. Y ojo, esto no es nada sencillo. Desde el punto de vista de la técnica literaria, la redacción y la construcción de las escenas de sexo es uno de los retos más complicados a los que se puede enfrentar un escritor, casi tan temerario o más que la creación de escenas cómicas. Es tan complicado, salvando las obvias distancias, conseguir que un lector se ría como que disfrute y se excite. Además, en muchos casos, en muchísimos casos, este tipo de episodios no están integrados en la trama, ni son originales, ni son realistas. Pasa lo contrario en este libro. Y eso es muy de agradecer. Es más, en ocasiones provoca, como debe ocurrir con una buena novela erótica, que la lectura se haga morbosa y levante las pasiones voyeur que, quizás todos, escondemos en algún rinconcito de nuestra mente.
Por último, es digno de mencionar que Trece llamadas genera un extraño efecto hipnótico. La prosa de Kate C. Apricot, aunque sencilla y transparente, tiene algo de magnético que consigue atrapar al lector y sumergirle en la lectura, obligándole a devorar sus páginas. Y es que esta novela, aunque centrada en la evolución personal de su protagonista y en la relación emocional y sexual con su partenaire, también tiene algo de suspense. De ahí su éxito en conseguir mantener constantemente la atención del autor.
En definitiva, todo una entrada por la puerta grande para esta autora novel que seguro que dará mucho que hablar.
Más sobre el libro: https://editorialcirculorojo.com/trece-llamadas/