Señor, ¿por qué no le das la fuerza
suficiente al corazón
que al maligno le derrote
y evitar así el perdón?
Permites la tentación,
que nos causa mal humor,
pero unas armas nos brindas
para sentirnos mejor.
El remedio es la oración,
con unas señales claras
que al maligno le combatan
con huida en ocasión.
La cruz no puede ni verla,
y esta es la señal mayor.
El credo es una palabra
que confirma la creencia
de un mundo mucho mejor.
Las gracias son las que damos
porque obtuvimos favor,
y el perdón es sumisión
a Aquel que todo lo puede
y comprende el tropezón.
Es un mundo envilecido,
un mundo que va a peor,
el mundo que nos tocó
con tanta falta de amor.
Tú, Señor, lo sabes todo,
Tú sabes qué sucedió
y sabes mejor que nadie
ese futuro que acecha
y puede causar dolor.
Yo puedo dar mi opinión
con el permiso de Dios,
porque Él es quien lo dictó
y me dio la sensación:
no todo el mundo es peor.
A la puerta está llamando
gente joven con amor,
gente con gran formación
y cargados de ilusión.
Al frente tienen a Dios,
que marca su dirección,
y el lema siempre es el mismo:
oración más oración,
en paz y moderación.
No temáis, pues, al maligno
ni a todo el que lo rodea
a través de la traición,
el mundo del desamor
y el mal en cualquier versión.
Dios está siempre pendiente
y encontrará solución.
No olvidéis estas palabras
que Jesús, al caminar
por este mundo mortal,
pronunció sin vacilar:
Cielo y tierra pasarán,
mas mi palabra formal,
sin duda, no ha de pasar.
Admítelo sin pensar,
pues Jesús es de fiar.
Salvo mejor opinión.
Marbella, 7 de agosto de 2023