El viaje de este poemario comienza en 2014. Una década donde se recopilan versos que expresan una serie de ideas que pivotan sobre la figura de la alondra. Con ella comienza y termina el vuelo de este poemario de un aprendiz de poeta que hace un canto corto, agudo, a veces chirriante, otras melódico, como la alondra, la alauda, que da título y protagoniza un largo recorrido.
Las ideas principales que se expresan son el amor y la trascendencia.
El amor siguiendo a Platón en boca de Sócrates en su obra <<El banquete>>, donde a pregunta de Diotima, aquel responde que el amor es la búsqueda de la belleza y la generación en su vertiente del <<eros>>; mientras que el amor en su vertiente de <<philia>>, se basa en la amistad y el respeto mutuo. Nada que ver con esa idea comúnmente adquirida por asumida, pánfila e infantil del <<amor platónico>>.
La idea de trascendencia entendida no como algo a priori de la experiencia, sino como lo que desborda lo inmanente, el espacio y el tiempo. Trascendencia también entendida como resultado, como consecuencia de algo que nos sobrepasa.
<<Alauda>> es un canto a la vida, vida que no se puede desligar de la muerte, muerte que nos acompaña (Epicteto lo expresó crudamente: <<eres una pequeña alma que arrastra un cadáver>>). Vida y muerte son términos conjugados.
Buscamos la trascendencia en el ser, en el estar, en el hacer. Aquí también encontramos la idea de Dios.
Tres dimensiones se expresan: una que habla de lo que fenomenológicamente percibimos -el Mundo- , otra que versa sobre sensaciones, emociones, sentimientos – el Alma-, y, por último, aquello intemporal e inespacial como, por ejemplo, las normas morales o quienes nos precedieron -lo Abstracto-.
En la figura de la alondra se compendian esas tres dimensiones.
<<Alauda>> es un pequeño y humilde grano de arena en ese vasto universo de la poesía, de las letras.