Ningún personaje de alto linaje que se dedicaba a fustigar a las familias del bando contrario, por el simple hecho de ser partidarios de Fernando y Alfonso de la Cerda, tras mantener un férreo enfrentamiento con su tío Sancho IV el Bravo, podría figurarse que cuando reinara su hijo Fernando IV, cambiarían los títulos nobiliarios de bando.
Y he aquí donde se produce el declive de la dinastía Borgoñesa porque un tal Albino recupera el condado Revertí de su padre, requisado por orden del rey Sancho IV tras ocupar el trono ilegítimamente en el velatorio de su padre Alfonso X el Sabio y se hace invulnerable su alma de odio y de maldad.
Tras recuperar el poder los que fueron expropiados y vilipendiados de sus bienes, se propusieron vengarse de sus adversarios con la misma inquina que lo hicieron ellos cuando el poder les avalaba. Albino con el título de Conde en el bolsillo, se encaprichó de Alina, una colegiada de 15 años inmaculada como todas las niñas que formaban parte del alumnado en el colegio de monjas donde cursaban sus estudios.
Sin el permiso de sus padres y con el beneplácito de la madre superiora a cuenta de prebendas adineradas, la sacó del colegio con añagazas imperdonables de la joven cuando supo de qué se trataba. Desde luego que le costó caro vejar a la jovencísima Alina y matar a sus padres por negarse a darle la autorización para casarse.
Juró vengarse de él y de la monarquía Borgoña por la inmunidad que le concedió el monarca, para hacer el mayor daño posible a quien no seguía sus instrucciones y, no era como para sentirse avergonzada de hacer cosas que no debería haber hecho por el odio y venganza acumulado en su alma, de las vejaciones sufridas durante el primer año de casada.
Cansada de vivir sometida a un viejo carcamal, se buscó la vida por los mundos de Dios para hacerle sufrir lo infinito. Tuvo una hija con un noble casado para dar testimonio de sus pronósticos a corto plazo muy de acorde con el futuro de su hija Leonor de Guzmán, dispuesta a cumplir a raja tabla las encomiendas de su madre.