El título, Amarga miel, es un fiel reflejo de la vida y que, en muchos casos, tiene muy poco de poética, pero es la vida, vida melosa y amarga.
Soy plenamente consciente de que no soy escritor y mucho menos poeta, pero hay tantos y tantos como yo, que ni siendo escritores, y mucho menos poetas; escriben sobre todo y poeman sobre nada.
Sí que es cierto que todos y cada uno de estos poemas están «dedicados», todos se han rellenado pensando en alguien en concreto.
Dado que la metáfora me fascina, el sarcasmo me apasiona y la ironía me reconforta; abuso de todos ellos, y lo que debía ser un mensaje claro se convierte en un acertijo.
No sé si al contenido se le puede llamar poesía, yo, personalmente, no me atrevo. Eso estoy seguro de que no impedirá críticas despiadadas, que no me afectarán, pues he leído cosas mucho peores de gente idolatrada.
Porque, la gran pregunta: ¿quién dice que un poeta es un poeta?; ¿un poeta? ¿Quién dice que un escritor es un escritor?, ¿un escritor? Eso es hacer trampa.
Estos folios rellenos los entenderá posiblemente quien los tenga que entender; quien no los entienda puede jugar a las adivinanzas, puede ser entretenido.
Quien se vea reflejado en alguno de los folios ha de pensar que ha sido lo suficientemente importante para mí como para ocupar mi tiempo dedicándole hermosas palabras o veneno a granel.
No soy un inventor de palabras, pero algunas de las que aparecen en los folios, y no son aún del agrado de la RAE, siempre, siempre están justificadas por el objetivo que se persigue, que no es otro que facilitar la identificación de determinados sujetos.
El estilo es indefinible, no pierdan el tiempo en buscar semejanzas, intenten disfrutar con lo que leen.
Y después están los títulos de cada poema, todos con «mensaje»; algunos evidentemente claros, y otros para seguir jugando a las adivinanzas.
Es lo que hay; ¡¡¡que se diviertan!!!