Esta novela brota de un manantial, de un fondo latente, agitado y emocional; originado por el amor, la alegría, el cariño, la amistad…, mas, también por la desolación, la tristeza, la culpa y el remordimiento.
El autor nos abre, a través de los capítulos de la narración, sucesivas ventanas por las que nos invita a asomarnos a distintos momentos de su vida, unas veces disfrutados en soledad; otras, compartidos con los personajes que la pueblan. Todo ocurre en Santisteban, el pueblo donde vivió su niñez, su adolescencia y parte de su juventud. Este pueblo, Santisteban del Puerto, sus casas, calles, plaza y entorno geográfico (el Castillo, la Guarida, San Marcos, el Puerto) sirve de fondo y espacio vital al desarrollo de las peripecias del relato.