El pugilismo se considera como una página más del deporte que conforma el libro de la vida humana; por ello, es tan antiguo como sus pertinentes vivencias. Como otras actividades o costumbres, no nació espontáneamente, sino como defensa o ataque —eterna dicotomía— contra los inveterados enemigos, nómadas o sedentarios. Para este fin, tan natural, utiliza las partes más fuertes y consistentes de su anatomía, es decir, las extremidades. Con las necesarias reglamentaciones, el boxeo ganó en versatilidad convergiendo en paradigma del deporte individual. Arte y facultades físicas, en simbiosis con la estrategia requerida, han sido secularmente las cualidades que han exhibido los ases y campeones del boxeo. Son los que se izan por encima de su tiempo y se han labrado un lugar en la historia. Arte en el Cuadrilátero describe los hitos principales de la vida de José Legrá; campeón mundial pluma, púgil, singular y extraordinario en la esgrima y la imaginación que exhibió en más de 150 combates como profesional. Aunque nacido en Cuba, se consagró en España. Este fue su epicentro para viajar y exponer sus títulos, que casi siempre los ganó «fuera de casa». El Puma de Baracoa presentaba una envergadura casi invariable y en el umbral de la anormalidad morfológica que prescribía la estadística al uso. En esta miscelánea, que deambuló entre el orto y el ocaso de sus éxitos y penurias, se analizan otras facetas inherentes a su devenir como boxeador: promotores, fraudes, gastos fastuosos rayanos en la extravagancia, violencia, amigos y soledad. Asimismo, la similitud y comparación con otros púgiles de referencia antológica.