La iglesia de San Martín, ubicada al sur de la población, junto a la cañada Real que discurre entre los montes de Lóquiz y Urbasa, ofrece un aspecto sólido por la recia sillería de sus muros. Es un edificio de una sola nave, con dos tramos, testero recto y bóvedas de crucería sobre ménsulas figuradas. Probablemente existió una iglesia prerrománica en el mismo lugar dada la temprana difusión del culto a San Martín de Tours en Navarra. No se conservan restos arquitectónicos románicos evidentes, pero sí escultóricos figurados. La actual apariencia de la iglesia corresponde al siglo XVI. En 1573 el maestro cantero de Yrura (Guipúzoca) Martín deLarrinaga firmó un contrato con la parroquial para la hechura de una capilla, coro, sacristía, torre campanario con escalera de caracol, dos portadas y ventanales, aunque fue el cantero Domingo de Larrañaga, vecino de Amasa (Guipúzcoa), quien continuó y entregó las obras. En 1621 la parroquial firmó con el cantero Domingo de Garmendia, vecino de Berrobi (Guipúzcoa), la hechura de un “antepecho” o pórtico norte. También de época barroca es el actual baptisterio, que probablemente tuvo funciones de hórreo primicial; exhibe unos curiosos grabados populares en el dintel de su portada exterior. Se cubre la iglesia con potente armadura de madera y teja. En el interior destaca el gran retablo mayor, barroco, mixto de escultura y pintura sobre lienzo y tabla, de exuberante mazonería dorada, obra del maestro, vecino de Estella y cuyos padres eran de Baquedano, Gil de Iriarte, quien ya en 1671 había hecho el sagrario; en 1674 y 1677 contrató la pintura con Joseph de Sola quien a su vez subcontrató parte de la misma, en 1677, con Andrés de Bartolomé y Aranjuelo; el retablo se tasó en 1684 y se doró por Manuel de Otano, al igual que los colaterales actuales, hacia 1795. Hubo dos retablos colaterales anteriores, de pintura, no conservados, obra del maestro Alonso de Logroño y Vega, del primer tercio del siglo XVII, siendo los actuales del último tercio del siglo XVIII, de estilo rococó y obra del escultor Josef Olidén con tallas superiores de Lucas de Mena. En orfebrería destacan una cruz procesional gótico plateresca de plata parcialmente sobredorada, del segundo tercio del siglo XVI y obrador estellés, y otras jocalias con marcas y punzones. Constituye, en definitiva, la iglesia de San Martín, un soberbio espacio para los oficios religiosos, el recogimiento espiritual y el disfrute artístico de bellas obras de arte, que los vecinos de San Martín conservan y preservan para el futuro, con mimo, como sucesivas generaciones lo han hecho desde época medieval con sus afanes, esfuerzos y dineros.