Documentamos en este tomo número 7 el arte religioso de Eulate: la iglesia parroquial de San Martín de Tours, antigua y nueva, la de San Juan Bautista, unidas ad invicem hasta principios del siglo XIX, las tres ermitas existentes, San Eloy, San Adrián y Santas Nunilo y Alodia, y el crucero gótico, de principios del XVI. De la vieja iglesia de San Martín, ubicada junto al palacio-castillo de los Álvarez de Eulate, destacan algunos hitos; la intervención, entre 1667 y 1678, de los canteros guipuzcoanos Salsamendi y Juan de Alda, en la hechura del pórtico, al tiempo que trabajaban en la cabecera y campanario de San Juan Bautista; la construcción sobre el muro sur de la torre campanario de una espadaña por el guipuzcoano Miguel de Salezán, entre 1740 y 1747, la remodelación de la sacristía y el encajonado de Martín de Bascarán, en 1760-1765; el intento frustrado de erigir una capilla en el lado del Evangelio por el vitoriano Francisco de Gorospe en 1776; los retablos, que hoy lucen en el nuevo templo, de Nuestra Señora del Rosario, pintado y dorado por Diego de Arteaga hacia 1649, y el mayor, diseñado y hecho por Pascual de Oraá entre 1712 y 1714, con bultos de Tomás de Gargollo entre 1721 y 1723 y dorado de Jerónimo de Andrés de 1805; se restauró en 2009 por Sagarte, S.L. En la actual ermita de San Juan Bautista destaca el retablo escultórico del titular, de Rafael Díaz de Jáuregui, hecho en 1685-1686. Se restauró en 2005 por Joaquín Martinena.
La nueva iglesia de San Martín de Tours se levantó en el lugar actual entre 1777 y 1781 por Juan Bautista de Usarbarrena, con diseños, condiciones, y quizás maqueta, de Sebastián Sáez de Larramendi. El contrato con Usarbarrena es del 26-06-1777, por 47.650 reales. Del importe total, 33.000 reales aportaron mediante censos o préstamos las monjas benedictinas de Estella (22.000 reales) y el presbítero de Aranarache Juan de Cegama y Alciturri (11.000 reales) que generaron numerosos gastos de réditos y tardaron décadas en luirse. El reconocimiento lo hicieron el propio Sebastián Sáez de Larramendi y Lucas de Mena y Martínez. El mismo Larramendi colocó en 1781 en el nuevo templo el retablo de Nuestra Señora del Rosario y el mayor. En 1881 se celebró el centenario de la nueva iglesia, con papel relevante del mecenas local Juan Francisco Donamaría y Lesaga, secretario del Obispado de La Habana en Cuba, y antiguo cura de Eulate, de su padre Julián y de su hermano Bartolomé, propietario en Cuba que a partir de 1888 levantaría el palacio Villa Madrid.
Destacan otros retablos de menor entidad en la nueva iglesia, uno comprado en Asarta en 1789, tres hechos por Gregorio de Murguiondo entre 1810 y 1813, ninguno de los cuatro conservados, otro de San José sustituido entre 1828 y 1832 por uno nuevo de Manuel García con dorados y jaspeados de Gregorio de la Vega, hoy con la advocación de la Inmaculada, dos altares no conservados de San Antón y las Ánimas en los medios puntos del mayor con pinturas del vitoriano Pedro López de Robles, uno neogótico del Sagrado Corazón de Jesús de 1905 de Marcos Ruiz, otro de la Virgen Dolorosa de 1919-1921, de Florentino Istúriz. Se conservan también tres bancos de preeminencia de los palacianos y del alcalde, antes en el presbiterio y hoy en el sotacoro, un facistol, una sillería moderna con escudo papal, elementos de orfebrería, dos capas pluviales, varias campanas, dos con inscripciones góticas, un reloj de Manuel de Bringas, un Monumento muy deteriorado de 1891 y hubo un catafalco de 1893 del vitoriano Pedro López de Robles. Se conserva una pila aguabenditera y una fuente aguamanil en la parroquial, una pila románica bautismal en San Juan, una talla lígnea de San Eloy del siglo XIV, y dos tallas pétreas de las Santas Nunilo y Alodia de principios del XVI.