Esta obra está concebida para ser representada en la plaza mayor de un pueblo. A diferencia de otras muchas que escenifican la Pasión de Jesús, hace hincapié en las causas de esta condena y no hace concesiones al sentimentalismo.
Jesús, que rechaza la tentación de ejercer el poder popular como medio para cambiar a la sociedad, hace una llamada a todos para pertenecer a una nueva humanidad que muestre el rostro leal y misericordioso de Dios. El rechazo de su proyecto por todas las fuerzas vivas que manejan en aquel momento los destinos del judaísmo lleva a Jesús a la muerte de cruz, sentencia dictada por las fuerzas romanas de ocupación, presionadas por aquella plantilla directiva del judaísmo. Pero la muerte de Jesús significa la muerte del provincialismo religioso del pueblo judío y la apertura a la universalidad, que coincide con su resurrección.