Natural de Ocaña (Toledo) y residente en Valladolid desde hace muchos años por motivos de su trabajo en una entidad financiera, se siente «ocañense hasta la médula, pero muy feliz en Castilla y León», cuyas provincias conoce bien. No le gusta que «a los castellanos se les echen encima unos prejuicios sobre una supuesta seriedad que son mentira. Son gente extraordinaria».
Su madre, maestra de EGB, despertó su afición por la lectura, igual que algún profesor de Literatura del colegio Melchor Cano de Tarancón, donde cursó estudios primarios. Nunca olvidará lo que le dijo un cliente cuando acababa de ser padre: «Lo mejor que puede hacer por sus hijos es enseñarles a que encuentren placer en leer. En los libros está la esencia de las personas, lo más noble o despiadado de Cervantes, Shakespeare o Borges está en sus obras». Conocer a tanta gente por su actividad le ha resultado fundamental a la hora de componer sus personajes, también el haber vivido mucho, «me lo he pasado de puta madre». Ante todo, se considera un lector compulsivo de todo lo que cae en sus manos, «desde Marcial Lafuente Estefanía hasta el Ulises de Joyce. Bastante desordenado, eso sí». Colecciona libros de tauromaquia, a la que es muy aficionado, y sobre otro tema que le apasiona: la Guerra Civil española.
Cree que autopublicando ha cumplido un sueño y que escribir le ha resultado «muy gratificante, pero a la vez durísimo. Lo más difícil que hay es la sencillez».