Al Péroz (Alberto Pérez Orozco) nació en la ciudad de México un 16 de Julio de 1959. Pertenece a
la gran generación de Baby Boomers, que ha presenciado los cambios más extraordinarios que ha
vivido la humanidad, como la gran mayoría de su generación fueron participes de la revolución
hippie, pero todavía con mucha influencia de sus padres, de carácter conservador. Esta condición
le marcó como un hombre respetuoso de los valores familiares y la religiosidad de sus antepasados,
provenientes del estado de Jalisco, México, pero buscando cambiar el mundo con la influencia
de la búsqueda de la libertad. Se considera a sí mismo como un hombre liberal, pero con un
compromiso social muy arraigado; es un hombre de familia, amante de los animales y la naturaleza,
de profesión, veterinario, pero siempre trabajó en las ventas y el marketing, lo que le infundó un
sentido del orden y la disciplina muy importante para obtener sus objetivos planteados. Hombre
que creció con libros en sus manos, en aquella época no existían las computadoras, ni siquiera las
calculadoras; por lo tanto, había que escribir en un papel con lápiz o pluma sus ideas, su madre les
inculco el amor por la lectura. Su primer libro fue El Principito, que ha leído no menos de 10 veces
en su vida, pasando por los clásicos libros, que debían leer en secundaria, la Ilíada y la Odisea, Moby
Dick, Tom Sawyer y tantos otros de corte político, filosófico, hasta de psicología, que estimularon su
imaginación y su visión de un mundo de valores y libertades.
Al Péroz se dedicó por muchos años a leer libros motivacionales y de exaltación y comprensión de la personalidad humana, debido a que por su trabajo de marketing y ventas había que motivarse y obtener los mejores resultados para las compañías en las que trabajó. Como todo ser humano, tuvo derrotas y victorias que lo forjaron como un ser en busca de la excelencia, pero, a pesar de esto, siempre desarrolló un sentido poético y de escritor con gran imaginación para contar historias y crear personajes. Sabía que tenía gran imaginación para crear situaciones e historias con gran sentido filosófico y de valores con los que creció, pero el ritmo frenético de su trabajo no le dejaba hacerse consciente de este don hasta después de los sesenta años, cuando se dio cuenta de que quería dejar un legado a sus hijos, amigos y lectores y buscar trascender con sus novelas.
Su primera novela la acaba de escribir en homenaje a su hermano fallecido, Víctor Manuel Pérez, actor de profesión, diagnosticado con esquizofrenia muy joven, dejando a su paso por esta vida cientos de pinturas de carácter abstracto muy interesantes y maravillosas.
A pesar de su edad, está lleno de ideas y ya tiene en la mente las historias de sus próximos tres libros, que serán novelas de ficción, pero con gran influencia de los valores con los que creció y se forjo. Él creó su propia frase motivacional desde muy joven, con la que ha vivido toda su vida: «Me puedo perdonar no conseguir mis objetivos, lo único que no me puedo perdonar es no intentarlo».