Hace tiempo que nací, casi ni me acuerdo. Aprendí a escribir y desde entonces garabateo pensamientos y sentimientos sobre el papel. Participé en un grupo poético en la Universidad de Valladolid allá por los años 70 del pasado siglo. En el primer número (1976) de su Revista Ache se publicaron dos pequeños poemas (Tengo la frente hundida y Sin saber que envejeció). En otoño de 1983, en el n.º 49 de la Revista Peñalabra de Santander se publicó el poema De soledad y esperanza, por gentileza del gran poeta Pepe Hierro. El pequeño poemario Cuaderno de un navegante se remonta a
la época siguiente, juvenil aún. La arqueología, abogacía y lucha social han sido las actividades que me han ocupado gran parte del tiempo diurno. Por la noche sigo garabateando cuadernos.