Alfonso Martín Hernández (Salamanca). En la niñez y en el cole de aquella época, existían los libros de honor, en los cuales se solían reflejar los trabajos de la clase, que se destacaban bajo el juicio del maestro, dibujo, buena letra, poesía, pintura, etc.
En algunas ocasiones, plasmé algún escrito de poesía; sinceramente te hacía sentir bien, porque tu pensar había gustado y lo leían los demás niños. Fue donde descubrí que me gustaba escribir, reflejar situaciones y cosas del momento.
Con el paso del tiempo y en mi juventud, iba descubriendo que era bonito plasmar los sentimientos, pero se acumulaban en mi mente y no los escribía; la juventud corría por las venas y no tenía tiempo, tampoco los medios eran los de hoy.
Siempre me gustó la investigación, la oscuridad de la Edad Media, el movimiento del romanticismo; me gustaba leer al bohemio Adolfo Bécquer con su Rimas y leyendas («Volverán las oscuras golondrinas»; «Tu pupila es azul»).
Vinieron otros tiempos donde el pensamiento se asienta y habla el alma, y eso hizo que me decidiera a escribir A la sombra de mi alma, donde afloran los sentimientos, las inquietudes, las sensaciones; asesorado por mi musa, la luna, que tantas veces me ha inspirado y me ha hecho sentir interiormente grande para aflorar todo lo que llevo y vive dentro. No sé cuando será el fin, pero voy a seguir escribiendo; ya estoy trabajando en mi segundo libro, con aires de sentimientos románticos y pinceladas de erotismo. Creo que esta sociedad necesita momentos en los que, en su alma, se generen chispas de humanidad, de sentimientos, y así duerma en paz por las noches.