La autora nació el 28 de septiembre de 1973 en La Línea de la Concepción, ciudad en la que se crio y por la que siente, tal como ella dice, «un embrujo y un cariño muy especial».
Perteneciente al seno de una familia humilde, rodeada de cuatro hermanos, recuerda su afición por la lectura (que heredó de su madre) y por la escritura, desde que tiene uso de razón. Recuerda haber leído cualquier libro que cayese en sus manos y, aunque anhela leer aún más, ya dedica sus ratos libres a la escritura, siendo la poesía el género literario que ha escogido para marcar el que desea, sea el primero de muchos libros publicados.
Dice de la inspiración, que nunca avisa, que tiene cientos de notas que son poesías que aparecieron de forma sorpresiva. Aunque muchas veces, tal y como se refleja en este libro, le nace de situaciones de vulnerabilidad y/o desigualdad: «dar voz a aquellos que permanecen en el exilio del silencio y hacer de la poesía un instrumento de difusión de todo aquello que nos ayude a mejorar y sanar, como individuos y como sociedad»; según palabras de la propia escritora, usando un lenguaje muy pensado para, que sea fácil de entender y llegar al alma de cada lector.
Entre sus autores preferidos cuentan muchos, pero por citar en principio solo a cuatro, se queda sin duda con Federico García Lorca, Carlos Ruiz Zafón, Dolores Redondo y Ernest Hemingway.
Termina y destaca con admiración el descubrimiento de la también escritora y paisana suya, finalista de los Premios Planeta, Yolanda Cruz.