Nacido en 1955 en Mengíbar (Jaén). Hijo de emigrantes por el trabajo de mi padre, ferroviario.
Sin apenas estudios, solo primaria del 66, sin graduado escolar. Con 59 años —actualmente tengo 66—, empiezo a teclear mi primer ordenador. El trato con la gente —trabajando desde los 14 años—, las vivencias vividas, aprender de los errores cometidos y el estar siempre atento a mi entorno queriendo ilustrarme en el día a día de los demás, me han hecho ser licenciado en Gramática parda, en lenguaje del pueblo, un libre pensador. Escritor por vocación, sin pretensiones económicas, empecé a escribir artículos de opinión en una revista local.
Autoedito dos libros: Sin IVA – En Negro y Cartas a un padre de un hijo que se droga. En la actualidad, tengo siete novelas acabadas en espera y un cuento.
Pobre bagaje de edición para un escritor al que lastran la falta de estudios o entorchados por los que se rige la sociedad, que buscando el pedigrí del escritor desechan a los que somos como fantasmas literarios, olvidando que la vida es aprendizaje, trabajo, vivencias y fracasos, de muchas de las personas que nos rodean y de las que también tenemos que aprender, y no solo de los que triunfan.